Muchos estudios demuestran que el género sigue marcando una gran brecha a la hora de elegir estudios entre chicos y chicas. Las chicas son más proclives a los temas de humanidades y los chicos a la ciencia y la tecnología. La diferencia de género se manifiesta claramente en la elección de los estudios una vez finalizado el período escolar obligatorio. Tanto en la formación profesional como en los niveles preuniversitarios y universitarios, se observa perfectamente la distribución de los géneros en los estudios seleccionados. En la universidad, en las ciencias de la salud, más de tres cuartas partes del alumnado son mujeres, pero en ingeniería y arquitectura la mayoría son hombres. En total, las enseñanzas técnicas --sobre todo ingenierías y arquitecturas - son muy masculinizadas.
En general, los estudios en los que el número de mujeres es mayor son aquellos relacionados con roles o elementos considerados socialmente como femeninos, como la educación o el cuidado físico, emocional, alimentario o social. Esta tendencia al resto, característica de los grados feminizados, parece no arraigar bien en los grados en los que la mayoría de los alumnos son chicos, ya que tienen un carácter mucho más empresarial, industrial e instrumental, marcado por la tradición masculina. Si leemos estos datos desde la perspectiva de género, nos viene a la mente el mecanismo invisible que subyace por ahí, en la opción profesional, seculizando roles y tendencias de género.
Los últimos datos sobre los resultados académicos de las alumnas y alumnos muestran que los resultados de las chicas son iguales o superiores a los de los chicos, tanto en estudios preuniversitarios como universitarios, por lo que la presencia de mujeres en los campos de la ciencia y la tecnología no es debido a la menor capacidad de las chicas, sino que, inconscientemente, dan la espalda a la concepción de la tecnociencia que se da a los estudios de estas disciplinas.
Las aportaciones de la línea de investigación "Género y Ciencia", que engloba la investigación social sobre ciencia y los estudios de género en ciencias escolares, han puesto de manifiesto que los estudios de enseñanza de la ciencia no están dirigidos a un sujeto neutro, ni han tenido ni han tenido una metodología equilibrada, sino que diseñan estrategias concretas que, en la práctica, tienden a excluir a las mujeres que eligen estudios y profesiones científico-técnicas por los intereses de los alumnos y su experiencia anterior.
El estudio revela también que la percepción sobre las propias capacidades académicas es diferente. Las chicas se sienten más modestas en cuanto a sus capacidades, rendimiento y éxito futuro, incluso si realizan tan bien o mejor que los chicos las tareas que normalmente consideramos que son tareas masculinas. Sin embargo, no se consideran tan modestos en las tareas que normalmente consideramos tareas femeninas, lo que demuestra que realmente los estereotipos tienen una influencia enorme en el concepto que cada uno tiene de sí mismo. Y no hay que olvidar que en muchas ocasiones los profesores de disciplinas científicas, con tendencia, trabajan más con los alumnos masculinos y refuerzan más que las chicas.
Por supuesto, no podemos poner la culpa de la generosidad que se produce en el ámbito de la ciencia y la tecnología en el collado del sistema educativo, al menos no del todo; pero, en cualquier caso, tenemos que aspirar a una cultura científica escolar que contribuya a construir identidades femeninas y masculinas diferentes a las que se venía haciendo hasta ahora.
La metodología tradicional de la pedagogía se ha construido sobre la base androcéntrica del llamado saber científico, convirtiéndose así en racional, objetivo, abstracto, lógico y orientado a grandes empresas. Esta perspectiva, sin embargo, no tiene en cuenta el conocimiento y la experiencia de las mujeres, sino que también las mujeres, individual y colectivamente, han apoyado y desarrollado una vida que les ha proporcionado un gran apoyo durante generaciones. Parte de este conocimiento es el aprendizaje de la vida cotidiana: realizar tareas domésticas o cuidar de los demás, que siempre han estado menospreciados en el ámbito académico.
Los programas de física siguen centrándose en áreas tradicionalmente consideradas masculinas, como la mecánica, la electricidad o el magnetismo, y se presta menos atención a cuestiones que supuestamente atraerían a las chicas, como la energía nuclear, los fenómenos meteorológicos o las aplicaciones de la física en la medicina o el arte.
Y no podemos ignorar que haya pocas científicas y tecnólogas, o ninguna, porque eso también perjudica a las chicas, sin tener modelos femeninos para seguir.
Por último, otro factor importante a tener en cuenta en el análisis del papel de las mujeres en la ciencia es el de las barreras que encuentran las científicas y tecnólogas para avanzar profesionalmente. En el resto de ámbitos también las mujeres tienen dificultad y dificultad, pero en este ámbito la discriminación hacia las mujeres ha sido aún más dura.
Tenemos que hacer un esfuerzo para que las investigaciones sean también de mujeres, de mujeres, es decir, no se trata de que cada vez haya más científicas y tecnólogas, sino que también se realicen investigaciones que favorezcan la calidad de vida y los intereses de las mujeres. Esta vía de igualdad no sólo beneficia a las mujeres, sino que también traerá investigaciones más justas y objetivas que ayuden a mejorar cada día la vida.
* Las estrategias para fomentar vocaciones técnico-científicas que superen los estereotipos de género merecen ser destacadas en las enseñanzas de este campo. Este curso se ha aplicado a diez escuelas de primaria de la CAPV (Programa So a la Ciencia: www.zientziariso.org, impulsado por la UPV-EHU).
* En el año 2000, ante la escasez de mujeres en los puestos de responsabilidad de las instituciones científicas, la Unión Europea elaboró el informe ETAN, que aportó datos cualitativos y cuantitativos sobre la posición de las mujeres en el ámbito científico.
* Proyecto Objetivo 15 promovido por la Asociación Española de Parques Científicos y Tecnológicos (APTE) y el Ministerio de Igualdad. Se inició en 2009 con el objetivo de facilitar a las mujeres de los parques científicos y tecnológicos su incorporación a los consejos de administración de las empresas cotizadas españolas. Con el proyecto Objetivo 15, el Parque Científico y Tecnológico de Bizkaia creó una intensa red de mujeres directivas con el objetivo de compartir experiencias y fortalecer la igualdad a nivel directivo.