Según las declaraciones del primer ministro francés en televisión, los programas nucleares que se están llevando a cabo en Mururo sólo buscan la acumulación de datos científicos. Además, indicaba que los ensayos terminarán con la satisfacción de la curiosidad científica.
Bajo este argumento puede subirse una afirmación directa para la mayoría de los científicos, es decir, “los desarrollos teóricos en ciencia requieren de ensayos prácticos que no sólo permiten afirmar teorías, sino que pueden dar lugar a cambios de teoría o a resultados inesperados”.
Yo también soy de esa opinión, es decir, creo que las ciencias teóricas y prácticas deben estar lo más paralelas posible. Pero lo que está pasando en Mururo, ¿es un ensayo científico?
Muchos de los avances que tenemos actualmente en la sociedad occidental se han conseguido gracias al desarrollo de la ciencia. En ocasiones, los proyectos científicos han sido impulsados por las necesidades humanas, pero en la mayoría de los casos la razón de ser ha sido otra; en definitiva, la mejora de los sistemas de defensa de los Estados ha sido el motor de la investigación. Los avances tecnológicos más importantes se han centrado en guerras y armamentos. Pero lo que parece contradictorio es que de esta ciencia que ha pretendido destruir, controlar o dominar a los enemigos, se han aprovechado en muchas ocasiones productos y sistemas para hacer más cómodas las condiciones de vida del ser humano.
Los ensayos nucleares de Mururo deben situarse en el contexto anteriormente mencionado. Para el gobierno francés, lo que se pone en peligro en estos ensayos es muy pequeño al lado del beneficio que se puede obtener. Francia conocerá mejor la tecnología nuclear y, además, el resto del mundo conocerá la capacidad defensiva y de ataque de Francia. Es evidente que este conocimiento tendrá consecuencias en las relaciones políticas y económicas internacionales. Comparar estos logros con la estela de una zona de kilómetros cuadrados en un lugar perdido del mundo es ridículo para el gobierno francés y para el resto de Europa, porque no debemos olvidar que en la actual política general Europa funciona cada vez más de manera compatible.
La capacidad de muerte de la industria nuclear en los ensayos nucleares queda patente y para muchos es motivo suficiente para reivindicar su desaparición. Yo también, en las condiciones en las que estamos, soy de esa opinión y no quiero que en nombre de la ciencia se desarrollen proyectos que impliquen la muerte.
Sin embargo, en un hipotético ambiente científico orientado al ser humano, la industria nuclear tendría muchos beneficios para el ser humano en campos tan diversos como el tratamiento de enfermedades, el progreso energético, la fabricación de materiales, las investigaciones espaciales, etc.
Hoy en día, pensar que el ser humano va a ser el objetivo de la ciencia no es más que un sueño, ya que más de uno dirá que es imposible cambiar el sentido de la ciencia de la muerte al ser humano. Soy consciente de la dificultad de este trabajo, pero quienes creemos en el ser humano no podemos aceptar la incapacidad en absoluto.
Los ejemplos siempre deben tomarse como ejemplo, pero ¿sabíais que hoy en día la famosa INTERNET, que ofrece una vía de comunicación fluida entre las personas del mundo, nació como herramienta de comunicación de los militares de los EEUU?