Hace 25 años, la organización estadounidense UCS (Unión de Científicos Responsables) y más de 1.500 científicos independientes, entre ellos los Premios Nobel, publicaron el manifiesto “La advertencia de los científicos del mundo a la humanidad”.
En el manifiesto los científicos mostraron su preocupación por los daños al medio ambiente y reivindicaron la necesidad de cambiar la conducta. Entre ellas se solicitó la estabilización de la población, la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, la no utilización de combustibles fósiles, la paralización de la deforestación y la recuperación de la pérdida de biodiversidad.
Ahora, un equipo internacional de científicos ha decidido hacer una “segunda advertencia” y han conseguido un respaldo aún mayor al firmar más de 15.000 científicos de todo el mundo. El documento muestra su descontento por el empeoramiento de la tendencia en muchos aspectos: el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero, la destrucción de bosques para la obtención de tierras agrícolas, la pérdida de numerosas especies, el aumento de la población en un 35%, la mortalidad de los océanos, la disminución del agua potable en un 26%, etc.
En el otro lado de la moneda también han destacado los logros: disminución de sustancias que dañan la capa de ozono, desarrollo de fuentes de energía renovables, disminución de la fecundidad en algunas zonas y ligada a la educación de las chicas, e incluso la deforestación en otras zonas.
Sin embargo, estos cambios no han sido suficientes para frenar el peligro de la catástrofe. Por lo tanto, y con la esperanza de que los políticos respondan a las presiones, hacen un llamamiento a científicos, medios de comunicación y ciudadanía para que obliguen a los gobiernos a tomar medidas.
Piden también a los individuos que actúen con responsabilidad, sobre todo que no tengan más de dos hijos y que disminuyan el consumo de combustibles fósiles, carne y otros recursos.
A nivel político, por su parte, demandan la ampliación de las zonas protegidas, la restauración de los ecosistemas, la prevención del despilfarro de alimentos, el fomento de la educación, el análisis del sistema económico teniendo en cuenta su incidencia ambiental, el cambio de dieta para reducir el consumo de carne y la adopción de medidas para frenar el crecimiento de la población. Y todo ello con la advertencia de que hay que hacerlo cuanto antes y que en breve será “demasiado tarde”.