Cuando la afición se convierte en enfermedad

Entre la afición y la dependencia del juego no hay más que una pequeña y estrecha frontera. Como hemos podido comprobar recientemente, esta limitación se basa en el mal funcionamiento del cerebro de los jugadores.

Entre la afición y la dependencia del juego no hay más que una pequeña y estrecha frontera. Como hemos podido comprobar recientemente, esta limitación se basa en el mal funcionamiento del cerebro de los jugadores. Tras muchos intentos realizados en los últimos años, los investigadores de las Universidades de Chicago y Illinois han llegado a esta conclusión, ya que los registros de la actividad eléctrica del cerebro así lo demuestran.

En una situación normal de juego, se realizó un electroencefalograma a dos jugadores. Uno fue considerado “sano” por los investigadores, es decir, no dependiente del juego; el otro jugador sabía que tenía demasiada afición al juego. A medida que avanzaba el juego, los dos jugadores se enfrentaron a una situación de estrés. A pesar de la misma situación, el electroencefalograma recibió registros eléctricos muy diferentes. En el caso del jugador considerado ludópata, por ejemplo, observaron que la actividad cerebral era más alta de lo normal.

Según los investigadores, es un gran paso el descubrimiento de los primeros signos de esta enfermedad. La constatación de que la dependencia del juego se basa en una disfunción puede poner en solución el problema.

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