En Vincent Van Gogh destacan el color y el movimiento. En algunas obras anteriores al suicidio --Noche estrellada (1889), Camino con ciprés y estrellas (1890) y Campo de trigo con velas (1890)- aparecen cielos turbulentos. Parece que los remolinos son el reflejo de la situación del artista, que en aquella época sufría crisis psicóticas. Ahora, los físicos de la Universidad de México han demostrado que estos turbulentos aparentemente caóticos se corresponden con la teoría de los flujos turbulentos.
Los científicos han necesitado siglos para describir un flujo turbulento que no es nada fácil. La teoría actual se basa en el trabajo realizado en la década de 1940 por el científico Andrei Kolmogorov.
La ecuación de Kolmogorov explica la probabilidad de conocer la diferencia de velocidad entre dos puntos cualquiera en el flujo. Los físicos estudian si los remolinos de Van Gogh se ajustan a esta ecuación.
Para ello han tomado imágenes digitales de los cuadros y han calculado la probabilidad de que dos píxeles separados tengan el mismo brillo o luminosidad. Así, han demostrado que en los remolinos pintados por Van Gogh la distribución de la luminosidad depende de la ecuación de Kolmogorov.
Figuras similares aparecen también en obras de otros artistas, como el cuadro Garrasia de Eduard Munch, pero no coinciden con la ecuación.