El artículo explica que el Osín de los Huesos es el lugar más rico del mundo en los fósiles de homínidos del Pleistoceno medio. De hecho, conserva los huesos de 28 individuos de hace al menos 300.000 años. Son similares a los fósiles denominados Homo heildelbergensis, pero también tienen unas claras características neandertales. Ahora, los investigadores han podido conocer mucho mejor a estos homínidos, ya que han conseguido secuenciar su ADN. Se trata de un avance significativo, ya que todos los ADN antiguos recuperados y secuenciados hasta ahora pertenecían al Pleistoceno superior.
Antes de secuenciar el ADN del fósil humano del Osin de los huesos, se secuenció el de un oso de la cueva que se fosilizó en la misma época y lugar (Ursus deringeri), utilizando en esta ocasión una metodología y tecnología refinadas en aquel estudio. Así, los investigadores han considerado “destacable” el Osín Óseo, que ha dado una “evidencia extraordinaria de la duración a largo plazo del ADN”.
Para obtener el ADN partieron de un fémur. orificios en tres zonas del fémur y extracción de varias muestras (1,95 g total). Consiguieron aislar el ADN mitocondrial y, ante la similitud con el ADN mitocondrial de los denisov, complementaron las secuencias con él. En concreto, formaron tres secuencias que contrastaron con el ADN mitocondrial de otras especies: el de los seres humanos actuales (asiáticos y europeos por un lado, y africanos por otro), el neandertal, el denisovés, el chimpancés y el bonoboe por otro. Con todos ellos, por tanto, se construyó un árbol filogenético y se calculó cuándo se separaron los ADN mitocondriales del Osín de los Huesos y los denisoveses. Según el artículo, hace entre 0,4 y 1,06 millones de años, “probablemente hace unos 700.000 años”, han determinado los investigadores.
En su opinión, “no se cree” que el hombre analizado y los denisoveses compartan un mismo antepasado, en lugar de con los neandertales, ya que los fósiles del Osín de los Huesos se asemejan a los neandertales, “por ejemplo, en la morfología de los dientes, el matricero, el centro de la cara, el hueso sobre los ojos y el occipital”. La morfología de los Denisov, por su parte, ha sido reconocida como poco conocida, ya que casi toda su información se ha obtenido del ADN extraído de una falange de hace unos 40.000 años, pero han recordado que, además de la falange, existe un tejo que dice que “el tejo es muy grande y que la corona no tiene la disminución o disminución que tienen los más homínidos de Oshomine”.
Por lo tanto, a pesar de que, según una primera hipótesis, el ser humano del Osín de los Huesos sería un pariente cercano a los denisoveses, los investigadores no han dado credibilidad a esta hipótesis. Si no, significaría que los denisoveses convivieron con los neandertales en el oeste de Europa, y no sería fácil explicar cómo se dividieron posteriormente en dos grupos genéticamente diferentes.
Descartando esta hipótesis, se plantean otras tres alternativas. Por ejemplo, que el hombre del Osin de los huesos no tenga relación con los neandertales ni con los denisoveses. Pero también lo han descartado porque el ADN mitocondrial dice lo contrario.
En otra hipótesis, el vecino de Osin estaría estrechamente emparentado con el antepasado de ambos. Por su edad y morfología, los investigadores lo consideran creíble, pero no explicaría por qué en el ADN mitocondrial se diferencian neandertales y denisoveses. Y en la cuarta hipótesis, han propuesto que otro grupo de homínidos haya traído a Atapuerca un ADN mitocondrial semejante a los denisoveses.
Hipótesis, según los investigadores, el individuo analizado en el Osín de los Huesos es tan antiguo, “probablemente anterior a la separación entre denisoveses y neandertales”.
En definitiva, los investigadores han recordado que, basándose en los fósiles, parece que hubo más de una línea evolutiva en el Pleistoceno Medio, pero los datos genéticos que existen todavía no son suficientes para realizar las afirmaciones definitivas. En consecuencia. Los investigadores esperan que a medida que avanza en la secuenciación, el conocimiento sobre los grupos humanos de la época vaya creciendo.
En cualquier caso, según el arqueólogo Joseba Ríos Garaizar, el trabajo realizado por los investigadores de Max Planck y Atapuerca es “destacable”, por un lado, porque “es un gran paso” poder analizar el ADN mitocondrial tan antiguo, y por otro, porque demuestra que la demografía del Pleistoceno medio, la evolución, los movimientos de los grupos humanos y el escenario de las relaciones era mucho más “complicado de lo que pensábamos”.