En el Okayama de Japón, un grupo de científicos trabaja duro para aprovechar las aguas sucias (de alcantarillado) no tratadas. Se trata de sacar de ella un producto rico en proteínas para la alimentación. Aunque no es de creer, quieren conseguir que la estructura, el sabor y el olor sean como las chuletas de buey.
Un responsable ha afirmado que quieren demostrar que lo que sale del cuerpo es reciclable y retornable.