¿Cómo es posible que algunas aves, como los cuervos, tengan capacidades cognitivas equiparables a los grandes monos, dada la diferente organización neuronal cerebral de las aves y los mamíferos? Es una pregunta que la neurociencia hasta ahora no ha podido responder. De hecho, la corteza del cerebro de las aves no posee la arquitectura estratificada de la corteza de los mamíferos. Sin embargo, una investigación publicada en la revista Science desvela que algunas áreas siguen patrones similares a los del neocortex. Es más, se ha comprobado que, al ser las neuronas de las aves más pequeñas, el número de neuronas para procesar la información es mucho mayor que el de los cerebros mamíferos del mismo tamaño.
Según los investigadores, parece que una mayor densidad neuronal en la superficie cerebral aumenta la capacidad cognitiva. Los seres humanos, por ejemplo, aunque nuestro cerebro tenga la mitad del tamaño del cerebro de un elefante, tenemos tres veces más neuronas: 16 mil millones aproximadamente. Las velas y los loros superan los 0,5 mil millones y pueden llegar a los 1-2 mil millones, como los monos.
Además, para analizar las capacidades cognitivas de las aves, en una segunda investigación se ha estudiado la respuesta neuronal de las velas al responder a estímulos visuales. A la vista del patrón neuronal de la respuesta, han visto indicios de conciencia sensorial, como se ve en la corteza cerebral prefrontal de los primates.
Esta cuestión plantea nuevas preguntas. Aves y mamíferos están muy lejos de evolucionar, ya que ambas líneas se ramificaron hace 320 millones de años. Así, ¿cuándo surgió la base neuronal que permite la conciencia sensorial? ¿El último antepasado común de aves y mamíferos ya tenía esa base asentada en el cerebro o, por el contrario, surgió posteriormente de forma independiente en ambos grupos, con una evolución convergente? En cualquier caso, los investigadores consideran probado que para facilitar la inteligencia no es necesaria una corteza cerebral como la de los mamíferos.