El accidente ocurrido en la planta de procesamiento del uranio de Tokaimu ha vuelto a poner de manifiesto la debilidad de la industria nuclear. Se trata de una industria que tiene grandes achaques y en la que la dependencia de la opinión pública es una de las más interesantes. Y es que este desgraciado accidente, además de perturbar a la opinión pública, ha puesto a bailar a los responsables políticos y han empezado a reivindicar que van a limitar la industria nuclear.
El uso de energía nuclear genera problemas medioambientales en todos los pasos, desde la extracción del uranio hasta el desmontaje de las centrales nucleares. Los procesos nucleares requieren un control riguroso y estrecho, ya que el menor accidente puede tener consecuencias graves y a largo plazo. El suceso a Tokaimu demuestra que los controles más exigentes también tienen goteras. Los accidentes nucleares ya no son algo que pueda suceder en los caóticos estados tras el imperio soviético. Pueden suceder en cualquier lugar y en cualquier momento.
La energía nuclear tiene riesgos rojos, aunque algunos quieren vendernos como medicamentos contra el efecto invernadero. Esta fuente de energía tiene que ser vencida si queremos que el desarrollo sea sostenible, entre otros.
Irazabalbeitia