En 1998 el Gobierno francés deberá poner a disposición de las autoridades de la Polinesia Francesa las infraestructuras que ha utilizado desde 1975 para llevar a cabo las sesiones nucleares. Y, por supuesto, tendría que devolver esas zonas en buen estado. No será posible sin embargo, ya que los daños producidos en Mururo y en los atolones Fangataufa no pueden recuperarse durante dos años.
Los investigadores del Ejército Francés no coinciden. Dice que no hay peligro, que no hay contaminación y que las condiciones de seguridad del archipiélago son absolutas. El material radiactivo que fue liberado incontroladamente en 1960 parece estar totalmente controlado y en la estructura de la isla no hay indicios de contaminación.
Dicen que una y otra vez. De hecho, en 1985 la situación de estos dos remolques era ya un grave problema. Según el estudio llevado a cabo por Jacques Cousteau en ese año, la estructura permeable del archipiélago presentaba serios daños, en su mayoría por ensayos nucleares. Y desde entonces, por supuesto, esos daños no han sido reparados.
Con el fin de analizar la situación real, los investigadores de la Agencia de Energía Nuclear de las Naciones Unidas comienzan a trabajar en breve. Se extraerán muestras y se revisará el material utilizado por los investigadores franceses. En cualquier caso, será difícil llegar a una definición precisa de la situación, ya que los daños producidos por las sesiones nucleares no se sufren de forma inmediata y requieren una duración media de 30 años.
El Gobierno francés inició sus sesiones nucleares en las islas de la Polinesia Francesa en 1975 y este mismo año se han terminado sus experimentos. Durante este tiempo se han realizado 123 explosiones nucleares en Mururo y ocho en Fangataufa.