La Asociación de Trabajo de los Pirineos, formada por todas las Comunidades Autónomas, Regiones y Estados relacionados con los Pirineos, bajo el título “Los primeros encuentros de los Pirineos para el Desarrollo y el Medio Ambiente”, organizó el pasado mes de noviembre un congreso sobre cómo debería ser el futuro de los Pirineos.
En este congreso, además de los técnicos políticos y de las administraciones, que hasta ahora han estado bastante marginados, pudieron participar diferentes colectivos (investigadores, naturalistas, habitantes locales, ecologistas, etc.) que tienen que ver con todos los temas pirenaicos en los diez talleres que se prepararon para ello.
A pesar de que el exhaustivo análisis de las conclusiones que se extrajeron del mismo supondría un espacio muy superior al que me ofrece este apartado de opinión, me gustaría destacar los tres puntos principales que en mi opinión quedaron claros:
La cantidad, gestión y explotación de los Espacios Naturales Protegidos también fueron cuestiones controvertidas, ya que el escepticismo se impuso ante la pregunta de si los espacios protegidos actualmente declarados protegen totalmente el patrimonio natural y ecológico de los Pirineos. Tres fueron las más mencionadas cuando se habló de las medidas necesarias para mejorar la situación actual: la implicación de la población local en la gestión de los Espacios Protegidos, la homogeneización de las figuras de protección en todo el Pirineo y la necesidad de crear pasos biológicos entre los medios protegidos para evitar el aislamiento genético.
Y después de todo esto, ¿qué?
Esta es la pregunta que tenía a la cabeza de muchos de los que participamos en el congreso. Es decir, con lo que se ha debatido estos tres días, ¿es suficiente para dar la vuelta a la tendencia actual?
Creo que no, y son testigos de ello las intervenciones de representantes de los estados español y francés en el acto de ampliación de los Encuentros. En ellas se dejó claro que no daban ningún valor a la Comunidad de Trabajo de los Pirineos y se anunció que cada uno actuaría con la suya, independientemente de las conclusiones y decisiones que se tomaban en ese fuero, que cerraron las puertas a la cooperación transfronteriza antes de que se iniciara el congreso.
Por lo tanto, no esperemos que nada cambie como consecuencia de este congreso, y más aún diría: no me sorprendería que fuera más agresión o utilizado para impulsar formas de desarrollo incompatibles con la conservación del patrimonio natural, ya que la idea de tener las manos libres entre los políticos para cualquier cosa después del congreso está muy extendida.
El Pirineo necesita menos palabras y más voluntad.