Una serie de temas comidos hace cientos de millones de años hacen que miembros de la familia Apicomplexa puedan desaparecer. Pertenecen a esta familia, entre otros, los agentes del paludismo y la toxoplasmosis, así como los misteriosos orgánulos llamados apicoplastos. Estos orgánulos se parecen mucho a los cloroplastos de las plantas. Tienen genes de expresión de cloroplastos, pero no tienen actividad fotosintética.
¿Cómo puede el parásito tener en su casa un extraño del mundo de las plantas? Los apicoplastos con ADN circular rodeado de cuatro membranas se obtendrían mediante algún proceso de “endosinbiosis secundaria” del alga verde. En otras palabras, “engullieron” alga verde de los parásitos y, a través de un mecanismo evolutivo conocido, también contaba con la ingestión de una bacteria fotosintética con maquinaria fotosintética.
Los investigadores ya habían formulado hipótesis sobre la ubicación de este ADN y el origen de la sorpresa. Analizando una secuencia de un gen suyo, el análisis filogenético revela que es de origen vegetal. El misterio del papel de este organismo sigue sin resolverse, pero es posible que este fenómeno se aplique en terapéutica. De hecho, los apicoplastos pueden ser para los antibióticos y el tratamiento de sus parásitos nocivos.