Muda del "Pachygrapsus Marmoratum"

Dentro de los tipos de conchas que tenemos en nuestro litoral, el “PACHYGRAPSUS MARMORATUM”, por su abundancia, es uno de los más conocidos, el conocido popularmente como “cangrejo negro” o “zapatero”.

Consta de diez cuerpos, ocho de ellos, cuatro a cada lado, son movilizadores, mientras que los dos anteriores son dentales. En cada una de ellas se pueden distinguir tres partes, terminando las amortiguaciones en una especie de corteza.

Por ello, la capacidad de retención de este cangrejo le permite estar en las rocas, incluso en situaciones verticales o verticales.

En general, el tamaño de este caparazón no suele superar los 5 centímetros, salvo algunas excepciones que se pueden encontrar en los muelles (aquí tienen más protección y mejor alimentación). Los cangrejos comunes, al ser adultos, tienen normalmente una cáscara entre 2,5 y 3,5 centímetros.

Entre el mar y la tierra, su tradición está relacionada con el tiempo de vida, en esta investigación la mayor curiosidad la tenemos en el crecimiento. El objetivo de este trabajo es precisamente la explicación de este fenómeno.

En primavera y otoño, pero sobre todo durante el verano, este espectacular fenómeno se manifiesta en las charcas que se producen cuando se produce la bajamar. En el interior del cangrejo, durante aproximadamente quince días, lo que antes era una piel fina y peluda, se convierte en un caparazón duro. A partir de ahora se plantean algunos cambios. El cangrejo deja los altos de las rocas que se encuentran habitualmente para dirigirse a las zonas más húmedas de los pozos.

Su caparazón se vuelve rojizo y se rompe el vientre. Además de los movimientos cada vez más torpes, se debilita su capacidad de punción con las extremidades dentales. Además, el cangrejo recurre a aspectos horizontales o transversales. Todo ello nos hace pensar que pierde su capacidad de adherencia a la roca. A medida que avanza este desarrollo es cada vez más espectacular. El cangrejo mete en el pozo y desplaza lentamente su caparazón viejo dentro de veinte minutos, siendo las últimas extremidades que salen de la muda de las muelas aproximadamente.

Todo esto parece suponer un gasto enorme. Tras salir de la muda, permanece inmóvil junto a ella. El color del cangrejo ha cambiado; la muda es más clara y más pequeña, su nueva piel es negra y es totalmente blanda, con diferencia respecto a la anterior.

A pesar de que no es tan espectacular, el cangrejo viene rápido a su favor. Si supera los riesgos derivados de su debilidad, que pueden ser consumidos por este u otros tipos de animales marinos, logrará endurecerse en menos de tres días.

Desde el desmantelamiento de la piel, a media hora empieza a dar señales de vida moviendo las extremidades; poco a poco se aleja su primera superficie, rompiendo totalmente con la pleamar.

A medida que se mueve, su piel se va endureciendo, sin embargo, no tiene la suficiente fuerza para salir del pozo ni la dureza de sus extremidades.

En este pozo transcurrirá entre dos y tres horas hasta conseguir su capacidad motriz, color y adherencia, aunque todavía no es capaz de alejarse de las zonas húmedas.

De dos a tres días necesita su dureza total, su capacidad de adherencia y su color para recuperar, de esta manera podremos volver a ver este cangrejo tan conocido en nuestras rocas.

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