Algunos glóbulos blancos de la sangre, las células T, podrían convertirse en un instrumento forense. Investigadores de la Universidad Erasmus de Rotterdam han demostrado que sirven para conocer la edad aproximada de las personas. Según la revista Current Biology, el método desarrollado puede presentar un error de unos nueve años. No es, por tanto, un sistema muy preciso, pero al menos permite la distribución de personas por décadas.
Una particularidad de las células T ha servido para desarrollar un sistema de reconocimiento a la edad de los investigadores. Para conocer los organismos patógenos que penetran en el cuerpo y, en general, los extraños, las células T tienen múltiples receptores en la piel. Para crear estos receptores especiales, las células T reorganizan parte de su ADN, cortando y pegando secuencias de ADN. En el camino, sin embargo, algunos fragmentos de ADN quedan fuera del ADN formando círculos.
Los científicos han podido contar los círculos de ADN en sangre y han determinado la edad basándose en ello. De hecho, a medida que se envejece se producen menos células T, ya que en el órgano que las produce, en el timo, la proporción de células grasas aumenta. La correlación entre la edad y el número de círculos de ADN no es del todo perfecta, pero sí, como hemos dicho, separable en intervalos de unos diez años.