El nilómetro es un medidor inventado en la época de los faraones para medir las inundaciones del río Nilo. Frente a los Asuán de Egipto, en la isla de Elefantina, en el río, se bajaba una escalera de 90 peldaños hasta el Nilo y cada año veían hasta dónde llegaba la inundación. Cuanto mayor era la inundación, más sedimentos enriquecían las márgenes de los ríos y, por tanto, tenían mejores cosechas.
En la actualidad, el Nilómetro es un medidor de tecnología avanzada. La casa Serosi de Francia es la encargada de hacer este capo “inteligente”. Se trata de una galga o regla electrónica que se coloca verticalmente en la columna del puente, en el muro del canal, etc. Mide electrónicamente el nivel, caudal y calidad de las aguas pluviales o fecales a escala graduada marcada en centímetros
Pero la función del Nilómetro no es sólo medir. Además, su sistema de captadores recoge datos y los envía a una pequeña central que realiza algunas operaciones. Desde esta central realiza llamadas telefónicas o envía faxes informando de sus datos o de las anomalías detectadas. En caso necesario, abre o cierra válvulas, pone en marcha bombas, etc.
El aparato es autónomo y sin mantenimiento puede enviar millones de datos durante años. También analiza su propio funcionamiento. Además, el Nilómetro tiene otra ventaja. Y es que, a pesar de todos estos avances, tiene un precio de medidores habituales.