La malaria es una enfermedad causada por el patógeno Plasmodium falciparum. Infecta eritrocitos humanos y consigue degradar el 80% de su hemoglobina. Como consecuencia, la persona desarrolla la enfermedad de la malaria.
Por ello, en los últimos años se han venido desarrollando medicamentos anti-enzimas que degradan la hemoglobina. Pero el propio hombre ha encontrado una manera de evitar esa degradación. En los individuos de la etnia Mossi africana, la mutación espontánea de la grasa de la hemoglobina puede provocar una degradación enzimática. Así, aunque sea patógeno, el individuo no desarrollará la enfermedad.
La presencia de malaria común en África ha permitido extender la mutación por simple presión selectiva. Los virus y bacterias utilizan frecuentemente esta capacidad de mutación para evitar la acción de vacunas y antibióticos, pero parece que el cuerpo humano puede utilizar la misma vía para protegerse de los patógenos.