A través de una investigación realizada con el público voluntario chino y estadounidense, han elaborado un mapa que identifica, clasifica y relaciona las emociones que genera la música. Al mismo tiempo, han confirmado que la experiencia de escuchar música es subjetiva y de influencia cultural.
La investigación se ha llevado a cabo en la Universidad de California y ha contado con la participación de más de 2.500 personas procedentes de China y Estados Unidos. Han escuchado música de estilos tan variados como rock, jazz, clásico, heavy, folk o música tradicional china. Los investigadores han visto que las emociones sentidas al escuchar estas músicas se pueden clasificar en trece categorías: juguete, alegría, deseo, belleza, calma, tristeza, sueño, victoria, ansiedad, miedo, malestar, desafío y excitación.
Además de identificar la emoción, les preguntaron si los oyentes la consideraban positiva o negativa y si la emoción era baja o fuerte. Teniendo en cuenta las categorías y escalonamientos de las emociones, los investigadores han elaborado un mapa interactivo.
El mapa se asemeja a una pirámide torpe. La belleza y la calma aparecen en el vértice superior y muy cerca de nosotros. De la belleza a la baja se extienden, respectivamente, el deseo, el juego, la alegría y la excitación. Al otro lado, de la calma a la baja, hay tristeza, sueño y victoria. Y en la base, entre la excitación y la victoria, el reto, el malestar, el miedo y la ansiedad. Las relaciones existentes entre todos ellos aparecen mediante líneas, entre las que se pueden escuchar más de 2.000 fragmentos musicales. Para cada una de ellas se explica qué porcentaje de cada emoción supone, ya que las emociones no son puras, sino escalonadas y confusas.
La influencia de la cultura se manifiesta especialmente en el escalonamiento y no tanto en las categorías de emociones. La banda sonora de Psycho causó miedo tanto a los chinos como a los estadounidenses. En otras piezas se expresaron las mismas emociones, como la alegría o el malestar. Por el contrario, algunos consideraban positivo y otros lo consideraban negativo, y lo mismo ocurría cuando les parecía humilde o fuerte.
Otros investigadores han advertido que las palabras utilizadas para designar las emociones podían influir en las respuestas de los voluntarios y no lo han tenido en cuenta. Por eso, en lugar de asociar la música a la emoción que genera, proponen que sería más directo relacionarla con las palabras que utilizamos para expresar esas emociones.
Por lo demás, han reconocido que el trabajo realizado en la Universidad de Califormia es completo y valioso. De hecho, según sus autores, la investigación puede ser útil para comprender mejor las emociones y sus alteraciones.