En otoño, las mariposas monarca abandonan el norte de Estados Unidos y Canadá y se dirigen hacia las selvas mexicanas para pasar el invierno y poder reproducirse en primavera. El ciclo de cuatro mil kilómetros de viaje se completa cada cuatro o cinco generaciones, es decir, las mariposas que se dirigen hacia México se dirigen hacia un lugar desconocido, pero no se pierden en el camino.
Los investigadores están casi convencidos de que se sirven del sol para saber la dirección, pero no saben cómo ajustan cada día esa dirección a medida que van cambiando la posición del sol. Los investigadores creen que el secreto está en los genes que regulan el reloj biológico y han realizado pruebas para comprobar la hipótesis en la Escuela Médica de Massachusetts.
Las mariposas han entrado en simuladores de vuelo diseñados específicamente y han jugado con ciclos de luz/oscuridad, hasta que las mariposas han adaptado el reloj biológico a estos ciclos. Además, han hecho un seguimiento del gen period que se expresa más o menos en función de la luz solar. Los resultados han sido llamativos: al salir del simulador, sólo las mariposas que habían estado bajo un ciclo solar regular partían en la dirección adecuada.