Los coáculos se descomponen fácilmente en contacto con el tPA. Sin embargo, es difícil llegar hasta donde se encuentra el coágulo. Para superar este reto, un equipo de la Universidad de Harvard ha publicado en la revista Science un método de nanopartículas conductoras. En la actualidad existen dos formas principales de deshacer los coáculos, una es inyectar un medicamento que alivia la sangre y que puede causar hemorragias y otra es utilizar un stent que consiste en introducir un cable flexible hasta la zona del coágulo y romper físicamente el coágulo. Ahora, el método mediante nanopartículas podría convertirse en un sustituto eficaz de ambos.
Las plaquetas de sangre han sido la inspiración de este trabajo. De hecho, el trabajo de las plaquetas no es la destrucción de los coádulos sino lo contrario, pero tienen una característica muy interesante: su sistema de activación donde es necesario. Es una cuestión de la dinámica de los fluidos; el flujo de líquidos es diferente en un vaso sano y en uno dañado. Del primero al segundo aumenta considerablemente el parámetro físico denominado tensión de corte. Las plaquetas activan los cambios de esta tensión, una vez activados se pegan al tubo y comienzan la coagulación.
De hecho, en un vaso de sangre bloqueado por un coágulo, la tensión de corte cambia drásticamente y de ahí han partido los científicos de la Universidad de Harvard. Han generado nanopartículas de menos de 100 nm que se unen entre sí formando una especie de pelota del tamaño de una plaqueta. Esta estructura se rompe por la variación de la tensión de corte, se desprenden partículas y se adhieren a las células del coágulo.
Los científicos de Harvard han tenido un gran éxito con los ratones asociados a la proteína tPA que disuelve el coágulo en las partículas. Una de las claves del éxito es que las nanopartículas están formadas por un polímero biodegradable y que el propio cuerpo las metaboliza. Ahora, el equipo de Harvard comienza el siguiente paso: probar en humanos.