Las plataformas en mar abierto utilizan agua de mar para extraer el aceite de las guaridas bajo el fondo. La inyección de agua aumenta la presión local y el aceite se sitúa por encima del agua. El agua de mar se considera adecuada para este trabajo por su alta disponibilidad y por ser una sustancia no contaminante exenta de riesgos.
Sin embargo, el agua del mar genera un problema. La concentración de sulfatos es elevada y la caliza de fondo presenta una gran presencia de barios, que al entrar en contacto se forman sulfatos de bario. Este compuesto es extraído junto con el aceite y cristalizado en las tuberías de transporte. En consecuencia, se produce una grave barrera física para el aceite.
Para solucionar este problema, la química teórica pretende diseñar sustancias que impidan que el sulfato de bario cristalice. Al tratarse de un proceso muy geométrico, se han diseñado moléculas adaptadas a esta geometría. Entre ellas, las mejores moléculas posibles han sido seleccionadas a través del ordenador, lo que reducirá considerablemente las pruebas experimentales. La química teórica ahorra mucho tiempo respecto a la investigación en laboratorio.