Los científicos están muy preocupados por el cáncer infeccioso que afecta al diablo de Tasmania. Debido a esta enfermedad, la población de este animal, que ya es escaso, está disminuyendo drásticamente. Sin embargo, los investigadores han visto que hay pocos ejemplares que tienen cierta resistencia a la enfermedad, lo que les ha dado esperanza.
El cáncer se transmite por mordeduras y afecta al rostro. Se extraen abultamientos, salientes, incluso en los ojos y la boca, impidiendo comer. Finalmente, antes de que transcurran seis meses desde la aparición de los primeros síntomas, mueren.
Pero ahora han visto que tres hembras afectadas han sobrevivido más de un año. Esto significa que son resistentes en parte. Es más, las poblaciones del este y del oeste de Tasmania no son genéticamente iguales, y el mal sólo se ha extendido entre las del este.
Por tanto, ahora se están estudiando los genes de ambas poblaciones para saber si existen variantes genéticas que les ofrezcan resistencia. Tal vez de ahí los primeros pasos para conseguir una vacuna o tratamiento.