Tres minutos después de la puesta en órbita del satélite Spot 3, el pequeño satélite Stella comenzó a orbitar el pasado 26 de septiembre. Se trata de una especie de bola de 24 centímetros de diámetro, más concretamente el icosaedro, con tres reflectores láser cada una de sus veinte caras. Este satélite es en sí mismo un mero pasivo, al igual que el Starlette lanzado en 1975 o el Lageos norteamericano. Algunas estaciones repartidas por todo el mundo siguen con una precisión de centímetros.
A pesar de su pequeño tamaño, tiene una masa de uranio empobrecida en su interior y pesa 48 kilos. Conviene tener la mayor densidad posible para que la resistencia a la atmósfera sea baja. Es cierto que el satélite está a 800 kilómetros de la Tierra y que la atmósfera está muy débil, pero puede cambiar algo la órbita del satélite y desaprovechar el ensayo. Con el fin de elaborar un mapa gravitatorio de la Tierra completamente preciso, las irregularidades en la órbita sólo deben reflejar la distribución de masas dentro de la Tierra. Una vez realizado este mapa, se podrán simular perfectamente los movimientos alrededor de la Tierra.