Los gansos indios migran de Mongolia al sureste del Tibet o a la India en otoño por el Himalaya, y históricamente se ha creído que iban a viajar en paralelo a los aviones, manteniendo la altura y aprovechando, si fuera posible, el viento posterior. Sin embargo, los datos demuestran que la travesía está ligada a la orografía.
La investigación se ha llevado a cabo mediante dispositivos incorporados a siete gansos migratorios, que han sido publicados en la revista Science. Los dispositivos colocados a los gansos han medido cuatro parámetros: frecuencia cardiaca, temperatura abdominal y presión para poder determinar la altitud, así como los movimientos del cuerpo para calcular la frecuencia de agitación de las alas.
Por un lado, los datos recogidos han revelado que los gansos viajaron a una altura media de 4.700 metros, superando los 4.800 metros el 2,3% del tiempo de vuelo. Por otro lado, han puesto de manifiesto que las gansos agitan las alas con mayor frecuencia a medida que aumenta la altitud para poder progresar a través de un aire más fino, y que la frecuencia cardiaca aumenta exponencialmente al agitar más rápido las alas.
Con estos datos, los investigadores han desarrollado dos modelos para calcular la energía gastada en vuelos. Según estos modelos, el coste energético del vuelo aumenta más rápido de lo esperado a medida que disminuye la densidad del aire: “para las aves es energéticamente más eficiente viajar en busca de aire de mayor densidad bajando a altitudes más pequeñas”, señalan los responsables del estudio, a pesar de que ello exige de vez en cuando un esfuerzo para alcanzar alturas mayores. “Con esta estrategia, los gansos indios han encontrado la manera de atravesar la zona más alta de la Tierra, sin llevar sus capacidades fisiológicas al extremo”, han añadido.