Este peculiar avión, llamado Kerstel, construido en la Gran Bretaña, tiene el chasis de la ultraarina, pero también un paracaídas que en lugar de alas funciona a presión aerodinámica. El aparato vacío sólo pesa 90 kilos y la fuerza de despegue la otorga un motor de gasolina de 50 caballos.
El avión puede transportar a dos personas y es de fácil conducción. Se puede aprender a manejar este aparato en cuatro horas. Se puede utilizar para todo: descanso, agricultura, cartografía, etc.
El avión es muy seguro porque si falla el motor baja lentamente con el paracaídas. Para despegar, el paracaídas se coloca detrás y se infla con el viento que envía la hélice. Cuando está bien hinchado, se lleva a la parte superior del aparato y el motor acelera el movimiento del avión. En un recorrido de unos cincuenta metros es fácil subir por el aire.
En vuelo tiene tres mandos: un acelerador de pie y dos cables para el manejo del paracaídas. Sólo hay un altímetro en el avión y la única forma de subir o bajar es accionar el acelerador. Su velocidad media es de 56 km/h, pero puede alcanzar una velocidad máxima de 72 km/h.