Por la clonación humana

Arturo Elosegi Irurtia

Ekologiako katedraduna

Zientzia eta Teknologia Fakultatea. EHU

No sé si es por el final del milenio, pero cada vez más profetas nos anuncian el fin del mundo. Los estilos han cambiado: los nuevos profetas han dejado a un lado el desierto, los saltamontes y el estoicismo, y las organizaciones no gubernamentales, las casas de cultura y la solidaridad internacional son la forma de vida. Pero la profecía no ha cambiado: nos ha llegado el apocalipsis. No, por supuesto, del modo anticuado de Sodoma y Gomorra, ni de la guerra nuclear que nos impedía el sueño hace veinte años. Como en los efectos especiales del cine, en esto hemos avanzado muchísimo.

Los caballeros del apocalipsis de hoy son el agujero de ozono, la deforestación de la Amazonía, el envejecimiento de la sociedad y la ingeniería genética. La histeria colectiva que se crea periódicamente alrededor de esta última es espectacular. Que un barco ha traído maíz transgénico, agitado por todos; que han clonado a una oveja escocesa, todos nerviosos; que un millonario americano intenta clonarse, asustados por todos. Y más allá del terror, todos los tertulianos destacan los problemas éticos de estas nuevas técnicas.

Este tonto que no sé ni qué es la ética puede no ver los terribles riesgos que ocultamos, pero a este movimiento le doy un toque muy antiguo. El mensaje es claro: la nueva tecnología es la invención del propio Satán para impulsar el apocalipsis. Igual que cuando se inventó la máquina o avión de vapor (y probablemente el segapoto).

Yo nunca he sido muy tecnológico, pero todo este terror me parece un poco más. La mayoría de los cultivos utilizados por la agricultura tradicional tradicional son transgénicos, por lo que difícilmente puedo entender el alzamiento contra las plantas transgénicas. No voy a tratar de explicar qué son los plásmidos, pero quien quiera puede encontrar información sobre esto. De igual manera, la clonación de las plantas parece ser un pecado mortal, pero las técnicas de vacunación que tradicionalmente se han utilizado en los viñedos, incluso en los más acantilados de La Rioja, se encuentran muy cerca.

Pero el salto cualitativo se produce cuando se trabaja con animales y sobre todo con animales. Parece que se nos ha olvidado el calapito que causó el primer niño de probeta, los problemas éticos que tenía que traer. ¿O quizá la alegría de una pareja amiga que no pudo tener el niño nos ha hecho olvidar esos miedos? Veo grandes problemas a la hora de impedir la clonación: como la tecnología y el mercado están preparados, lo único que conseguiríamos sería convertirnos en el privilegio de unos ricos. Para ello preferiría pagar la Seguridad Social.

Y además, no veo de ninguna manera los riesgos de crear "copias propias". Todo el mundo clonándose, piensa que saldrá como el niño, y más aún, que será "él", ¡lo tiene! ¿Se nos ha olvidado la influencia del medio en la constitución (y sobre todo en el carácter)? Dado que el pasado personal es irrepetible, no conseguiríamos mucho más que una cara parecida. Es más, no olvidemos que es vicio que los niños crezcan como no quieren sus padres. ¡Imagino a los niños clónicos del congresista prudente convertido en punk, payaso o arco-crishna! (O el hijo clónico del punk, con Opus Dein numerario, me da igual). Bien merecida por los padres.

Por último, muchas veces se menciona que la clonación abriría el camino para crear castas de esclavos o guerreros. Aquí, de nuevo, no se trata de una técnica, sino de un objetivo. La esclavitud estuvo en todo el mundo sin ingeniería genética. También formas inaceptables de conseguir cuerpos y caracteres especiales: chavales castrados al canto, soldados entrenados en obediencia ciega, niñas hambrientas de gimnasia, judías usadas para hacer jabón, palestinos educados para el cilantro, ejemplos se pueden encontrar fácilmente.

Si alguien es tan ambicioso como para hacerlo, puede conseguir sus objetivos más fáciles y económicos que por clonación manteniendo las formas tradicionales. La larga experiencia en educación deformativa demuestra que un buen control del entorno nos permite construir todo tipo de personas. La clonación no nos abre, por tanto, un nuevo camino, ya que para el malvado todos los caminos estaban abiertos hace tiempo.

El problema, una vez más, no está en la técnica y la prohibición de la técnica equivale a la muerte del mensajero. ¿Cómo? en lugar de preguntar ¿para qué? preguntaríamos. La clonación de las ideas me parece más peligrosa que la clonación de los genes. Pero no podemos meternos en el casco de algunos, porque lo que nos purifica a todos es impedir la clonación. En esta marcha ilegalizaremos a los gemelos.

Babesleak
Eusko Jaurlaritzako Industria, Merkataritza eta Turismo Saila