En los atunes capturados en la zona de California se ha encontrado un cesio radiactivo vertido en Fukushima. Los investigadores han subrayado que no hay ningún problema en comer estos atunes, ya que el nivel de radiactividad está muy por debajo de lo permitido.
En agosto de 2011, pocos meses después del accidente de Fukushima, han sido examinados los 15 Atunes del Pacífico (Thunnus orientalis) capturados, que tras uno o dos años de su nacimiento en aguas japonesas migraron al otro lado del Pacífico. Y como se acaba de publicar en la revista PNAS, se han detectado en todos los casos altos niveles de isótopos radiactivos cesio-134 y 137.
El Cesio-137 también se encuentra en el mar por sus ensayos con explosivos atómicos, pero al tener una vida de cesio-134 de dos años, puede asociarse directamente a Fukushima, según los investigadores. No ven otra alternativa para explicar la aparición de este isótopo.
Las concentraciones medidas han sido 10 veces superiores a las medidas antes del accidente. Sin embargo, se encuentran muy por debajo del nivel de radiactividad admitido en los alimentos y sólo el 3% de la radioactividad adquirida de forma natural es debida a cesiones. Por ejemplo, el nivel de 40 isótopos radiactivos de potasio tomados de forma natural es 30 veces mayor.
El estudio de los atunes capturados este año es el mismo y los investigadores prevén encontrar más cesiones en este caso, ya que se trata de los atunes que han estado más tiempo en aguas contaminadas japonesas.
Los investigadores han querido subrayar que este tipo de migraciones biológicas son un factor a tener en cuenta para conocer la extensión de la contaminación. Y es que, en este caso, “la cesión radiactiva ha llegado a California, no a través de las corrientes marinas, sino en los músculos de los peces que atraviesan el océano más grande del mundo”, ha señalado Daniel Madigan, de la Universidad de Standford, que ha participado en la investigación.