Las graves consecuencias de la contaminación de los medicamentos

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Ed. Arek Socha, Pixabay

Un artículo publicado recientemente por la revista médica The Lancet ha puesto sobre la mesa un grave problema de contaminación farmacéutica. Advierte sobre los efectos destructivos sobre el medio ambiente y la salud humana derivados del uso masivo de medicamentos y hace un llamamiento a tener en cuenta estos preocupantes efectos en el tratamiento masivo.

Unax Lertxundi Etxebarria, farmacéutico de Salud Mental de Álava y Gorka Orive Arroyo, profesor de la Farkultat de Farmacia de la UPV. El artículo se centra en los tratamientos masivos recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el control de enfermedades tropicales olvidadas. En estos casos, todas las personas que viven en un determinado entorno geográfico son tratadas simultáneamente, miles o millones, estén o no enfermas. Se fabrican en África, Asia, América y Oceanía, en un intento por librarse de protozoos, bacterias, esperas y otros parásitos. En 2017, por ejemplo, se trataron más de 1.000 millones de personas.

En los tratamientos masivos, los fármacos más frecuentes son la azitromicina antibiótica e ibermectina, albendazol, mebendazol y prazikuantel antiparasitarios. “Los tratamientos masivos son muy importantes debido a las características de estas enfermedades, ya que no sólo es efectivo tratar a quienes presentan síntomas de enfermedad.Los asintomáticos también echan huevos de parásitos en sus excrementos, que deben morir exactamente igual —dice Unax Lertxundi—. Pero hay datos muy preocupantes sobre las consecuencias de estos tratamientos. Cuando tomamos un medicamento, una parte es absorbida y utilizada por nuestro organismo, pero otra gran parte es eliminada por la orina y las heces que terminan en las depuradoras. Las depuradoras no están preparadas para eliminar los medicamentos y terminan en el río, dispersos por el medio ambiente”.

Además, estos tratamientos se realizan en los países con menos recursos de depuración de aguas. Lertxundi y Orive consideran que son necesarios tratamientos masivos, pero hasta ahora no se han tenido debidamente en cuenta sus efectos ecotoxicológicos. En general, se considera que existe una gran necesidad de analizar la farmacocontaminación.

Gorka Orive Arroyo, profesor de la Farkultat de Farmacia de la UPV/EHU y Unax Lertxundi Etxebarria, farmacéutica de Salud Mental de Álava. Ed. Unax Lertxundi y Gorka Orive

Consecuencias graves de nuestros antidepresivos, antiinflamatorios y otros fármacos

En farmacología se utilizan más de tres mil principios activos que terminan contaminando el suelo y los arroyos. “Podemos pensar que son concentraciones muy bajas, pero se diseñan para que los medicamentos tengan efectos farmacológicos a concentraciones muy bajas. Por tanto, a pesar de estar en concentraciones bajas, las consecuencias son graves —explica Lertxundi—. Para empezar, con los antibióticos se forman bacterias resistentes en el agua. Esto devuelve el problema a los hospitales, ya que estos antibióticos no son eficaces para curar a los pacientes”.

Pero el problema tiene más dimensión. No hay más que ver los problemas que causa en los ecosistemas salvajes. “El antiinflamatorio Voltaren® (diclofena), por ejemplo, provocó la desaparición de toda una población de buitres en la India, dañados por el riñón. Al final, debemos recordar que la mayoría de las estructuras y compuestos que tenemos en nuestro cuerpo no aparecen por primera vez en el ser humano, sino en la evolución. La mayoría de los animales tienen como nosotros serotonina, dopamina, etc. —explica Lertxundi—. Por ejemplo, los medicamentos para tratar el colesterol, las estatinas, inhiben una enzima que el cuerpo utiliza para sintetizar el colesterol. Pero todos los vertebrados tenemos la misma enzima para producir colesterol. Por lo tanto, cada vez que tomamos el medicamento para reducir el colesterol, una parte puede ser arrojada con orina y provocada por un crustáceo, por ejemplo, que no pueda hacer muda”.

“Otro ejemplo: la fluoxetina, antidepresiva Probac®, al desembocar en el río, es ocupada por las larvas de insectos del río. Además es acumulativo, por lo que los animales que los consumen pueden tener problemas de reproducción. En una investigación australiana, los ornitorrinos, insectívoros, calculan que, cada día, con sus alimentos, toman la mitad de la concentración de antidepresivos que toman los seres humanos. ¿Qué le pasará a un ornitorrinco cada día con antidepresivo? No sabemos, pero recuerda que los ornitorrinos tienen serotonina como nosotros”.

“Es más —ha precisado Orive—, hay que tener en cuenta que algunos medicamentos pasan un par de horas en nuestro cuerpo, pero se mantienen en el medio ambiente durante 40 años”.

A la vista de la dimensión del problema, consideran que la farmacocontaminación es un tema a abordar en la sociedad. Orive y Lertxundi evaluarán en los próximos años el impacto de los fármacos en nuestro medio ambiente; el impacto de la contaminación farmacéutica en el País Vasco y, sobre todo, en Vitoria-Gasteiz, siempre desde una perspectiva de salud. El objetivo final es transmitir a la sociedad y a los profesionales que trabajan en el mundo de la salud, para que tomemos más conciencia del problema.

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