Para organizar las afinidades biológicas de los seres, en los dos últimos siglos se utiliza la clasificación taxonómica. Esta organización relaciona a los seres presentes y del pasado como un árbol y nos lleva a conocer la evolución de todos los seres. Esta clasificación es una pirámide jerárquica escalonada. Las especies se encuentran en el nivel más básico y su conjunto constituye la base de la pirámide. Sobre ella se sitúa el nivel de género, seguido del nivel familiar, luego otros niveles y, por último, los reinos en la parte superior de la pirámide.
Aunque en los últimos siglos la neontología y la paleontología han dado muchos pasos adelante, lo que todavía está vacío en la pirámide es más que lo que está lleno. Por otra parte, a pesar de que la pirámide tiene numerosos huecos, la localización de una nueva especie y, por tanto, la colocación de un nuevo ladrillo en la pirámide, es una gran labor y una gran inmensa tarea; no se puede decir, cuanto más arriba vaya a la pirámide, más difícil es llenar el agujero. Además de la nueva especie, el descubrimiento de un nuevo género o incluso de una nueva familia supone un gran avance, ya que el descubrimiento ocupa los huecos de los tres niveles taxonómicos de la pirámide.
Y es lo que ha ocurrido con el descubrimiento que dos paleontólogos del Museo de Ciencias Naturales de París y de la Universidad del País Vasco han publicado recientemente. Los paleontólogos France de Lapparent de Broin y Xabier Murelaga “Okabixo” han reconocido formalmente diversas tortugas fósiles en una revista de prestigio, el Boletín de la Academia Francesa de Ciencias.
Las tortugas encontradas pertenecen a la zona terrestre del Cretácico Superior, con una antigüedad aproximada de 75 millones de años, y han sido excavadas en el yacimiento de Laño en el Condado de Treviño. Los paleontólogos se han basado en cientos de huesos y placas de tortuga fósiles para designar los nuevos taxones. Entre estas tortugas fósiles se encuentran dos nuevas familias, dos nuevos géneros y tres nuevas especies. Así, la familia Dortokidae, el género Dortoka y la especie Dortoka vasconica son nuevas. También son de nueva creación la familia Solemydidae, el género Solemys y la especie Solemys vermiculata. Además, estos paleontólogos han descubierto la nueva especie Polysternon atlanticum.
Siendo las tortugas vertebradas y escasas, es muy difícil encontrar nuevos taxones de tortuga, ya que la escala biológica también es piramidal; cuanto más alto esté a escala, menos ejemplares y especies existen. Por ejemplo, los insectos son más abundantes que los vertebrados, por lo que es más fácil encontrar una nueva especie de insecto que una nueva especie de vertebrado. Pero también hay diferencias entre los vertebrados y la tortuga ha sido uno de los grupos más reducidos. Es más, los vertebrados marinos son más abundantes que los terrestres y no olvides que las tortugas de Laño son de tierra.
Por otra parte, el escaso conocimiento de las especies de tortugas del Cretácico Superior hace que este descubrimiento suponga un avance significativo en el conocimiento de las relaciones evolutivas para la filogenia de las tortugas, así como en el conocimiento paleontológico de Euskal Herria. Pero, tal y como se puede leer en el artículo publicado, no sólo quedan los descubrimientos, sino que también han establecido sus características ecológicas y paleobiogeográficas. Por un lado, dos especies de estas tortugas circulaban por los ríos, mientras el tercero prefería la tierra, y por otro lado, dos especies de estas tortugas tienen su origen en Gondwana y la tercera en Laurasia, por lo que el hallazgo demuestra que estos dos continentes aún no estaban completamente separados.
Por todo lo expuesto, es fácil comprender el alto grado de descubrimiento realizado por estos paleontólogos. Desgraciadamente, la obra que acaban de publicar no ha tenido reflejo en los medios de comunicación ordinarios, a pesar de ser una noticia muy satisfactoria para la Paleontología y el País Vasco.