Muchos adultos no son capaces de digerir la lactosa, por lo que la leche les perjudica. Para otros, la leche es fundamental en la alimentación, por ejemplo, para países del norte de Europa. En un estudio genético realizado en 2002 se comprobó que sus habitantes tienen una mutación en el gen que codifica la enzima lactasa, lo que les permite digerir la lactosa.
Sin embargo, otras poblaciones que beben leche, como los pueblos ganaderos de África, no tienen esa mutación. Para resolver el misterio, investigadores de la Universidad de Maryland han realizado estudios genéticos en Tanzania, Kenia y Sudán. Así, otras tres mutaciones han demostrado la capacidad de digerir la lactosa. Uno de ellos, además, es bastante nuevo, pero es el más extendido.
Según los investigadores, un ejemplo representativo de la influencia de la cultura en el genoma es el hecho de que la capacidad de digerir la leche haya sido obtenida por diferentes vías en la evolución.