La descomposición de la hojarasca es fundamental en el ciclo global del carbono, pero hasta hace pocos años no se tenía en cuenta la influencia de los arroyos en este proceso. Los cálculos se basaban únicamente en ecosistemas terrestres y marinos. Sin embargo, estudios de los últimos diez años han demostrado que los arroyos son grandes reactores biogeoquímicos y sus emisiones de carbono a la atmósfera. Una investigación internacional ha ido un paso más allá, centrándose en los denominados arroyos intermitentes o áridos. Y es que, a pesar de que hasta ahora se han infravalorado, los arroyos que se secan periódicamente calculan una mayor contribución de CO2 de lo esperado a la atmósfera.
Cuando un río se seca, la hojarasca y la madera de los márgenes se van acumulando en el cauce seco del río. Hay poca actividad biológica en estas condiciones secas. “En el momento de la retorno del agua, sin embargo, todo este material orgánico acumulado se moja de nuevo y el arroyo se convierte más que nunca en un potente reactor biogeoquímico”, ha señalado Daniel von Schiller, investigador del departamento de Biología Vegetal y Ecología de la UPV y uno de los diseñadores del proyecto “1.000 arroyos periódicos”. “Muchas comunidades biológicas latentes en el río se reactivan, sobre todo bacterias, pero también hongos. De repente se perciben altas tasas de actividad biológica y respiratoria que emiten gran cantidad de CO2 a la atmósfera”.
Se trata de la primera investigación que cuantifica la influencia de los arroyos periódicos en el ciclo del carbono. Se han analizado 212 arroyos secos de 22 países y diferentes zonas climáticas entre casi 100 investigadores. El resultado ha sido publicado en la revista Nature Geoscience, donde los enormes pulsos de CO2 que se producen al volver el agua a los arroyos periódicos y al mojarse la hojara aumentan un 10% la emisión diaria de CO2. “Y es que –añade Von Schiller– los ríos áridos ocupan casi la mitad de la superficie de los ríos del mundo”.
Según Arturo Elosegi, catedrático e investigador del proyecto de Biología Vegetal y Ecología de la UPV/EHU, los arroyos periódicos son mucho más comunes de lo que pensamos: “En los lugares más húmedos también han existido arroyos secos. En este trabajo hemos estudiado los dos extremos de Euskal Herria –las Bardenas y Arantzazu–, y tanto en uno como en el otro, los arroyos se secan de vez en cuando”.
Elosegi comenta la influencia del cambio climático en los ríos: “Todos los modelos de cambio climático afirman que el clima se está haciendo más extremo, bipolar, con lluvias más fuertes y sequías más largas. Esto supone un mayor secado de los ríos y además un mayor secado”.
Por otro lado, ha destacado las consecuencias de la explotación humana del agua: “En muchos lugares eliminamos el agua de los ríos: en la zona mediterránea mediante regadíos y en la zona atlántica tenemos aprovechamientos eléctricos. Como consecuencia de ello, se reduce el caudal de los arroyos, a veces hasta su desecación total, aunque sea ilegal. Al reducir el caudal se acumulan muchos sedimentos que, en cierta medida, funcionan como los arroyos secos”.
Ante la tendencia creciente de los arroyos intermitentes como consecuencia de las actividades humanas y su influencia en la emisión de CO2, la investigación hace un llamamiento a considerar su contribución al carbono.