Cuando Albert Einstein trabajó en la teoría general de la relatividad, previó que la luz se curva por la acción de una masa. En base a ello, dijo que si una estrella pasase justo entre nosotros y una estrella posterior, podríamos ver la estrella de atrás incluso cuando estén a la par. De hecho, al pasar la luz de la estrella lejana junto a la otra, su gravedad empeoraría esa luz, creando el llamado “anillo de Einstein” alrededor de la estrella cercana. Esta curvatura de la luz nos llevaría a ver la estrella de atrás como si se hubiera desplazado. Pues bien, los investigadores del Space Telescope Science Institute de Estados Unidos han conseguido esta vez una prueba experimental de este fenómeno.
La verdad es que no es la primera vez que se prueba experimentalmente esta desviación de la luz. Ya fue visto en un eclipse solar de 1919. Vieron que una estrella que estaba detrás del Sol aparecía desplazada por la presencia del propio Sol. Pero han sido necesarios 100 años de avances tecnológicos para poder demostrar este fenómeno con una estrella diferente al Sol.
El propio Einstein reconoció en la revista Science de 1936 que las estrellas estaban tan lejos de nosotros que no tenía la esperanza de detectar directamente este fenómeno. Sorprendería si hubiera sabido que hoy la revista Science ha publicado la prueba experimental de este fenómeno.
Ha servido para cerrar la discusión de un enano blanco
Los autores del trabajo utilizaron la mayor resolución angular del telescopio espacial Hubble y lo buscaron entre más de 5.000 estrellas hasta encontrar estrellas así alineadas: se dieron cuenta de que el enano blanco Stein 2015 B permanecía en esa situación en marzo de 2014. Dirigieron el telescopio Hubble hacia allí y pudieron medir pequeños cambios en la disposición aparente de la estrella trasera del nano blanco. A partir de estos datos han calculado que el enano blanco supone aproximadamente el 68% de la masa de nuestro Sol.
Debido a la distancia relativa, este buzamiento observado en la luz ha sido 1.000 veces menor que el observado en 1919, pero coincide con la teoría general de la relatividad.
Sin embargo, para el físico Ion Errea del Donostia International Physics Center, la verdadera aportación de la investigación es el cálculo de la masa de nano blanco. “Sabían que se iba a producir la desviación de la luz. En definitiva, si ocurre con el Sol, también ocurrirá con otras estrellas. Pero este efecto gravitatorio permite medir la masa de estrellas u objetos astronómicos”.
Según Errea, “Stein 2015 B ha sido un gran debate durante cien años sobre la masa de nano blanco. No estaba bien definida y había grandes diferencias según el método. Este efecto ha dado una nueva forma de medir con garantía, aunque en realidad habrá pocas estrellas alineadas así”.
La medida de la masa de este enano blanco también puede ayudar a comprender mejor la historia de los enanos blancos. La mayoría de las estrellas terminarán algún día siendo nano blanco, por lo que se puede decir que los enanos blancos son fósiles de estrellas de generaciones anteriores, lo que les permite ser claves para ver la evolución de las galaxias.