En plena crisis del COVID-19, más de cuatrocientos científicos vascos han solicitado apostar por la economía ecológica. Quieren promover el debate social sobre el futuro sostenible de Euskal Herria. Aquí tenéis el manifiesto:
COVID-19 está generando una crisis sin precedentes en el mundo y en Euskal Herria, generando costes destructivos para las personas, la sociedad y la economía. Mientras una parte importante de la comunidad científica está tratando de comprender el origen y desarrollo de la pandemia y de frenar la expansión del virus sin interrupción, sentimos la necesidad de aportar nuestra visión desde el ámbito académico de la situación actual, así como de proponer líneas de trabajo que eviten la repetición de los graves errores cometidos en el pasado y que permitan abordar adecuadamente la construcción de un nuevo futuro.
La ciencia ha advertido de que en la irresponsable relación con la naturaleza se arraigan las crisis que padecemos en la actualidad. No podemos olvidar que esta crisis que estamos viviendo coincide con otras crisis globales que son graves para el medio ambiente y la sociedad, como la pérdida acelerada de la biodiversidad o el cambio climático, que siguen sin una solución clara debido a la poca ambición política. La posibilidad de completarla a partir de las conclusiones del COVID-19, tanto individual como colectivamente, dependerá de nuestra resiliencia y capacidad de transformación. Estamos ante un cruce histórico: seguir por el mismo camino equivocado o cambiar de dirección.
El COVID-19 está teniendo una fuerte influencia, tanto a nivel humano como económico, debido en gran medida a un modelo global de desarrollo arraigado también en el País Vasco. Este modelo, para mantenerse, necesita destruir la naturaleza, generando cada vez mayores impactos y desequilibrios ambientales, aumentando los graves costes sociales asociados. Las debilidades del actual modelo económico son claramente observables a través de la presencia de espejos: las grandes bolsas de desempleo y la precariedad laboral, el imaginario de una falsa dicotomía entre salud y desarrollo económico, la creciente presión sobre los sectores públicos necesarios (como la salud, la educación o la ciencia), los sectores laborales feminizados y la crisis profunda del sistema de cuidados, el aumento de la dependencia del sector financiero y de las corporaciones del sector financiero y las corporaciones, el riesgo de las nuevas tecnologías de la distribución, etc.
Cambiar dirección
Otra de las debilidades importantes del actual modelo socio-económico es la necesidad de mantener un crecimiento económico sostenido para lograr la posible estabilidad de la sociedad, que acentúa las crisis sociales y ambientales derivadas del cambio climático y la pérdida de biodiversidad. La biodiversidad es necesaria para mantener importantes funciones de los ecosistemas y evitar la propagación de virus como el covid-19 a las personas. Los científicos llevan décadas alertando de la pérdida de la biodiversidad y de la degradación de los ecosistemas como una semilla perfecta para futuros brotes de virus.La conservación de la biodiversidad, desde este punto de vista, es un seguro de vida para nuestra sociedad y por tanto una inversión estratégica, nunca un gasto.
Somos conscientes de que en este periodo de pandemia, aunque sea a corto plazo, son evidentes los efectos positivos que se pueden detectar en el entorno, como son la reducción de la contaminación del aire en pueblos y ciudades, la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero o la disminución de la presión que ejercemos sobre el medio natural. Pero estos efectos positivos pueden desaparecer al volver a la “normalidad”. Se requieren esfuerzos concertados sostenidos en el tiempo y planificados según parámetros de justicia social, que permitan mantener en el tiempo la mejora de los indicadores sociales y ambientales.
Ante este diagnóstico, necesitamos una visión integral para planificar un mundo resiliente, sostenible y justo después del covid-19, incluso en Euskal Herria. No podemos quedarnos atrás. Un error estratégico de coste incalculable sería no abordar estos retos. La crisis que vivimos en la actualidad es una oportunidad única para fomentar valores positivos en la sociedad, como la solidaridad o el cuidado mutuo son dos cualidades imprescindibles para lograr la necesaria transformación. Estos valores, por otra parte, los podemos percibir desde nuestros balcones, cuando la sociedad ha querido agradecer a las personas que trabajan en los sectores básicos, desde la sanidad, sin olvidar a todas las personas que nos ofrecen cuidados, servicios básicos y productos y servicios esenciales. Paradójicamente, las condiciones laborales de muchos de estos trabajadores suelen ser peores y casi sin reconocimiento.
Esta declaración, suscrita por personas del ámbito académico en el que trabajamos en Euskal Herria y/o en otros países en el que desarrollamos la docencia y la ciencia, tiene como objetivo sugerir unas bases para avanzar hacia un modelo socio-económico realmente sostenible en Euskal Herria, tanto durante la crisis como después. Proponemos cinco líneas estratégicas básicas para impulsar esta transformación. Las siguientes propuestas deberían concretarse y aplicarse sin demora con el fin de consolidar una dirección más sostenible tras la crisis sanitaria:
1. Eliminar el modelo de desarrollo basado en el crecimiento agregado del Producto Interior Bruto (PIB). En este sentido, algunos sectores que deben verse reducidos por la falta de sostenibilidad o por la excesiva potenciación del consumo insustancial, especialmente asociados al uso de combustibles de origen fósil o nuclear, la minería, etc., deben diferenciarse de aquellos sectores productivos que pueden crecer y, por tanto, requieren inversión (por ejemplo, sectores públicos clave, como los relacionados con la educación, la salud, la energía y los materiales sostenibles). Para ello es necesario sustituir el PIB por otros indicadores basados en sistemas integrados de contabilidad ambiental y económica, en lugar de como principal indicador, y por indicadores que tienen como objetivo marcar una vía de desarrollo sostenible. Todos ellos deben tener en cuenta los efectos del crecimiento económico sobre el bienestar humano y el bienestar del planeta y, en su acepción más amplia, sobre la sociedad y el medio ambiente, para poder enfocarlo hacia un futuro que garantice la sostenibilidad de la vida.
2. Promover desde las instituciones públicas políticas de producción, inversión y consumo que tengan en cuenta las limitaciones ecológicas y evitar una deuda injusta e inaceptable para las generaciones futuras. Del mismo modo, a través de la Renta Básica Universal, se debe desarrollar un sistema de cuidados que implique a las personas en el centro, reconociendo nuestra vulnerabilidad e interdependencia. A partir de ahí, el modelo productivo debe tener como objetivo asegurar bienes y servicios esenciales que garanticen la salud y el bienestar de la ciudadanía, basándose en la resiliencia en la cercanía, la publicidad y la apuesta por el bien común. De esta forma se minimizará la dependencia del mercado global, de su variabilidad y de su especulación, que depende en gran medida de estrategias de deslocalización productiva de estos bienes y servicios esenciales. Este reto consiste en ampliar y materializar el concepto de km 0.
3. Diseñar e implantar una fiscalidad ambiental progresiva, evitando la sobreexplotación de los recursos naturales y combatiendo la crisis climática y la degradación de los ecosistemas. Esta será también una herramienta estratégica para financiar la transición ecológica mediante inversiones obligatorias en ciencia y tecnología. Como país económicamente adelantado, en parte por la deuda ecológica que históricamente hemos contraído, debemos situarnos en la parte delantera de Europa impulsando políticas reales de desarrollo sostenible, poniendo en el centro de toda acción política el reto de la crisis climática.
4º Eliminar un modelo de movilidad basado en grandes infraestructuras y modos de transporte insostenibles que generen costes ambientales, económicos y sociales excesivos. Las grandes inversiones en infraestructuras requieren una moratoria, tanto en este momento como en el futuro, para priorizar los servicios esenciales necesarios. Es necesario diseñar un nuevo modelo de movilidad que perjudique menos al medio ambiente y disipe menos energía, con un mayor peso de la movilidad no motorizada y el transporte público, y que se centre en la creación de redes de proximidad.
5. Transformación del sistema agroalimentario para avanzar en la soberanía alimentaria basada en la agroecología. Esto garantiza la conservación de la biodiversidad, la producción de alimentos sostenibles y locales, siempre bajo condiciones de trabajo dignas. Para ello es necesario reordenar el territorio y reubicar las cadenas globales de producción y distribución de alimentos para favorecer la relación de cercanía entre productores y consumidores, y equilibrar la biodiversidad, el agua y el medio natural con los núcleos urbanos y rurales y sus procesos. Asimismo, respetar, proteger y garantizar el derecho a una alimentación sana y nutritiva, especialmente en situaciones de crisis como la que vivimos en la actualidad.
En la actualidad, más que nunca, la concreción del principio de provisión de bienes y servicios esenciales basados en la proximidad nos lleva a priorizar la territorialización de nuestras actividades mediante nuevas formas de gobierno. Entre ellos, los ecosistemas locales se convierten en la base de la adaptación al clima a la crisis, como a nivel global la descarbonización está asociada a la mitigación.
Como personas comprometidas con el futuro socio-ecológico de Euskal Herria, creemos que estas pautas traerán una sociedad más sostenible y justa, porque están pensadas para respetar a la naturaleza y a todas las personas desde valores positivos. Estamos convencidos de que es la mejor inversión para las generaciones futuras, ya que tendrán que afrontar situaciones difíciles. Creemos, además, que las bases propuestas son una alternativa al modelo insostenible actual, por lo que debemos trabajar cuanto antes en Auzolan para construir un nuevo futuro, aprendiendo a gestionar las incertidumbres. Es un buen momento para abrir nuevas oportunidades en Euskal Herria. Pedimos a los agentes y grupos sociales y territoriales, a los representantes institucionales de todos los territorios de Euskal Herria y a toda la sociedad vasca en general que no dejen pasar esta oportunidad.
Atentamente en Euskal Herria, mayo de 2020