Es muy difícil que al leer la prensa o al ver la televisión no aparezca la palabra competitividad. Parece que el futuro de muchos puestos de trabajo está estrechamente ligado a este término o concepto. Por ello, nadie cuestiona la necesidad de mejorar la competitividad. Sin embargo, la forma de enfocarlo es un problema complejo en el que muchas veces los poderes económicos no se ponen de acuerdo.
La mejora de la competitividad depende de la diversidad de factores que intervienen en el taller. Entre estos factores, algunos están relacionados con la tecnología y en esta obra se analizarán estos factores. Esto no quiere decir que el resto de enfoques sean secundarios, pero en las noticias de cada día se mencionan con frecuencia y los relacionados con la tecnología quedan excluidos.
Actualmente al realizar un producto en cualquier taller se pueden considerar tres factores: la repetibilidad de sus características, el nivel de propiedades y el precio. En estos tres apartados la tecnología tiene una gran importancia.
En todos los talleres un porcentaje de producción presenta fallos. La reducción del valor del porcentaje suele ser el objetivo de todos los talleres (recordemos la campaña titulada “Cero defectos” que hace unos meses abrió el Gobierno Vasco). Para ello es necesario controlar mejor la producción, midiendo y controlando posteriormente las variables más relevantes que intervienen a lo largo del proceso. En ocasiones, los trabajos y esfuerzos del personal y de los responsables tecnológicos no son suficientes y la renovación de equipos (mejora tecnológica) es un requisito imprescindible.
Estas innovaciones en la industria de nuestro entorno han sido notables en casi todos los sectores en los últimos cinco años. Sin embargo, en ocasiones esto no ha sido suficiente para dejar el futuro de la planta totalmente consolidado.
La mejora de las propiedades del producto también tiene una gran importancia competitiva. Muchas veces este enfoque está relacionado con el diseño del producto o su proceso de obtención. Las herramientas de mejora del diseño han aumentado considerablemente. El diseño asistido por ordenador es un ejemplo de ello. Esta técnica permite mejorar la geometría, dimensiones, propiedades, etc. de un producto. La automoción es un ejemplo de ello. Manteniendo prácticamente inalteradas las dimensiones exteriores del automóvil, el maletero y los volúmenes interiores han aumentado en la mayoría de los modelos.
Para finalizar, además de las propiedades, hay que tener en cuenta el precio de venta de un producto. Sin olvidar el coste de la mano de obra, el nivel de producción, etc., reducir el coste de un producto (pero manteniendo al mismo tiempo sus propiedades), en estos momentos son muchas las fábricas del País Vasco las que tienen como objetivo. Para ello es necesario cambiar ciertas fases de la producción, lo que supone dominar bien las últimas innovaciones tecnológicas de cada área.
Algunos ejemplos están en piezas metálicas para automóviles. La eliminación de costosos tratamientos térmicos, así como la adaptación del material y del proceso, están consiguiendo reducir los costes de las numerosas piezas de acero. En estos momentos estas nuevas tecnologías se están aplicando al sector del metal de tamaño medio del País Vasco.
En definitiva, en competitividad hay que mejorar la mano de obra, la organización del trabajo, las redes de venta, el marketing, etc. pero sin duda no podemos olvidar que la tecnología también tiene mucho que decir.