Según un estudio realizado por la Universidad de California en Irvine, los óxidos de nitrógeno que se emiten contribuyen a reducir el impacto de otras sustancias en el aire. De hecho, aunque a corto plazo producen efecto invernadero, a largo plazo participan en reacciones que descomponen el metano y el ozono (gases de efecto invernadero) de las capas bajas de la atmósfera, contribuyendo al enfriamiento de la atmósfera. Por tanto, manteniendo los niveles de monóxido de carbono y reduciendo únicamente la emisión de óxidos de nitrógeno, aumentaría el calentamiento global. Sin embargo, esto no significa que tengamos que seguir emitiendo óxidos de nitrógeno; si se quiere evitar el calentamiento de la Tierra es necesario reducir la emisión de todos los contaminantes y no sólo algunos.
Las emisiones de óxidos de nitrógeno a la atmósfera son óxido nitroso (N2O), óxido nítrico (NO) y dióxido de nitrógeno (NO2). El óxido nítrico participa en reacciones que descomponen el ozono; los aviones supersónicos, como el Concorde, emiten a la estratosfera. Por otra parte, la mayor parte del N2O es de origen natural, ya que es producido por microorganismos del suelo en la amoniación. Sin embargo, es un gas de efecto invernadero que al llegar a la estratosfera reacciona con oxígeno libre por acción del rayo ultravioleta formando NO. Finalmente, la mayor parte del NO2 atmosférico es antropogénico y se forma principalmente en reacciones de combustión a alta presión.