Los materiales de goma son generalmente moléculas largas en forma de cadenas. Para su formación se unen unas moléculas más pequeñas (monómeros) mediante enlaces covalentes. Además, son elásticos, es decir, que si se deforma recuperan la forma original. Sin embargo, si la cadena se corta en algún punto, es imposible amarrar estos dos extremos, al menos en condiciones ambientales normales. Un grupo de químicos parisinos, liderados por Ludwik Leibler, ha sintetizado una goma que se corta y se repara por su cuenta.
El secreto son los monómeros que ha utilizado para formar la goma. En lugar de unirse entre sí mediante enlaces covalentes, forman puentes de hidrógeno. Los puentes de hidrógeno son mucho más débiles que los enlaces covalentes. No son enlaces químicos, sino fuerzas de atracción derivadas de la interacción intermolecular.
A diferencia de los enlaces covalentes, los enlaces de hidrógeno pueden realizarse y descomponerse a temperatura ambiente. Esto confiere unas propiedades especiales al material que han generado. Se trata, entre otras cosas, de un material muy elástico (se puede alargar hasta cinco veces el tamaño natural y en un minuto vuelve al tamaño original) y, si se rompe, se pueden reparar las uniones rotas. La simple yuxtaposición de los extremos rotos permite la reconstrucción de los puentes de hidrógeno, recuperando así la goma que teníamos antes de su rotura.