Benjamín es el nombre de un cráneo de 430.000 años. Fue descubierto en 2001 en el Pozo de las Barreras de Atapuerka (Burgos) junto con otros fósiles. Pertenecían a la especie Homo heidelbergensis, los antepasados más directos de los neandertales. Recogieron fósiles de individuos de todas las edades, de niños a mayores, de una niña. Desde el principio vieron que era diferente de los demás: tenía claras huellas de alguna patología.
Su estudio fue liderado por la experta en evolución, Ana Gracia Téllez. El estudio reveló que tenía craneosinostosis, es decir, que las articulaciones craneales se unieron prematuramente. Esto provocaría que el individuo tuviese la cara totalmente distorsionada y capacidades cognitivas y físicas muy limitadas. Y, sin embargo, calcularon que vivió unos 10 años.
Así, Gracia le dio el nombre de Benjamina, el hebreo más querido. Porque, según la ley de selección natural, aquel individuo estaba condenado a morir. Exigía una gran labor de vigilancia, y estaba claro que al llegar no podría valerse por sí mismo y no aportaría nada al grupo. Pero sus allegados decidieron cuidarlo. Fue considerada por los arqueólogos como una señal de mataisun.
Este enfoque coincide con una anécdota atribuida al antropólogo Margaret Mead. Al parecer, le preguntaron cuál era el primer indicador de la civilización. Las respuestas típicas de esta pregunta eran un recipiente para cocinar la comida, un anzuelo o un arma. Pero, según Mead, un fémur formado tras su ruptura era el principal exponente de la civilización. Y dio la misma razón: los animales salvajes, al romper un hueso de estas características, no pueden sobrevivir, salir adelante significa que ha sido cuidado.
Asier Gómez Olivencia, experto en esqueletos neandertales, también ha encontrado muchas evidencias de cuidado. Es más: Según explicó en un artículo de la revista Elhuyar, los síntomas de las enfermedades son muy útiles para comprender mejor la vida y el comportamiento de los neandertales.
Entre los fósiles analizados se encuentra La Ferrasie 1 (Dordoña). Este individuo rompió de joven el trocánter grande del fémur, lo que le provocó un desequilibrio en la pelvis y una escoliosis a la larga. Además, en huesos largos se observa un crecimiento óseo anormal que indica infección pulmonar. Sin embargo, vivió más de 50 años. Tras su muerte fue enterrado.
Sin embargo, Gómez recuerda que en la naturaleza, en los primates y en muchos otros grupos de mamíferos se han visto casos de supervivencia tras una enfermedad o accidente. Y en el hombre, estar limitado para algunos trabajos no significa que no puedan hacer nada; quien no podía ir a cazar, quizás, podía recoger frutos, enseñar a trabajar o a elaborar instrumentos, o cuidar a los niños. Pero en algunos casos es evidente que tenían una gran dependencia y que no iban a salir adelante, si no hubieran sido atendidos.
Estos casos ponen de manifiesto que el cuidado está muy arraigado en la evolución de la humanidad. Paradójicamente, el movimiento feminista ha organizado una huelga general para reivindicar el derecho al cuidado.