La cámara tiene el tamaño de un ojo humano, tiene forma de ojo humano y funciona como un ojo humano. Desarrollado en la Universidad de Illinois, supone un avance espectacular. De hecho, quienes trabajan en el campo de la optoelectrónica llevaban al menos veinte años tratando de desarrollar algo así.
La cámara, al igual que el ojo humano, utiliza una lente curva para enfocar la imagen. De hecho, el reto era desarrollar fotoreceptores --pixelas-- que no se rompían y se deterioraban en el ángulo. Las cámaras convencionales presentan superficies planas, ya que las estructuras típicas de silicio se rompen al curvarse. Sin embargo, las cámaras convencionales reciben la imagen a través de una curva lente, lo que les lleva a necesitar lentes suplementarias para corregir las distorsiones que se producen desde la fuente curva hasta el punto de enfoque.
El reto se ha superado en la Universidad de Illinois, conectando los píxeles de silicio mediante hilos cortos de metal y recogiendo la red así creada en polímeros (en una poliimida). Esta estructura se curva en la compresión y la propia estructura absorbe la tensión mecánica resultante. Por tanto, los píxeles no se dañan (en la imagen la red es la que se ve en el fondo).
Para crear la cámara se ha añadido esta estructura a otra en forma de cúpula, obteniendo un resultado muy ordenado. El creador de la cámara, John Rogers, cree que este sistema facilitará los pasos desde el laboratorio, ya que se basa en el material y la tecnología que ya se utiliza.