Los coches emiten cada año miles de toneladas de microplásticos a la atmósfera. Dependiendo de su tamaño, algunas permanecen en los países de origen, pero otras, arrastradas por el viento, caen en los océanos e incluso llegan al Ártico.
Según un estudio publicado en la revista Nature Communications, casi 200.000 toneladas de microplásticos procedentes de la actividad de los coches llegan anualmente a los océanos y a otro tipo de ecosistemas acuáticos. De ellas, unas 140.000 toneladas corresponden a partículas PM10, que son partículas menores de 10 micrómetros. Otras 52.000 toneladas de partículas de la clase PM2,5 son inferiores a 2,5 micrómetros. A partir de estos datos, se calcula que el 30% de los microplásticos oceánicos se producen en la carretera. De todas estas partículas, la mayoría proceden de la abrasión de los neumáticos, pero también del uso de la galga.
Su recorrido depende del tamaño de las partículas. De este modo, las partículas PM10 viajan durante 5-11 días y permanecen en las zonas de generación, principalmente en Estados Unidos, Europa y China. Por su parte, las partículas PM2,5 pueden permanecer en la atmósfera entre 18 y 37 días pudiendo llegar a zonas alejadas como el Ártico. Esto ha supuesto una preocupación para los científicos. Advierten de que estas partículas pueden reducir el albedo del hielo y, en consecuencia, contribuir al calentamiento global.