En la Universidad de Tennessee han desarrollado una antena especial capaz de recibir y emitir ondas de radio. Es un tubo que, en lugar de ser metálico, contiene un gas (plasma) ionizado en su interior, similar a los tubos fluorescentes. La nueva antena tiene ciertas ventajas frente a las antenas metálicas convencionales: puede ser menor y no sufre interferencias, ya que no responde a señales de frecuencia superior a la necesaria para trabajar (normalmente se utilizan señales de alta frecuencia para producir interferencias). Su inconveniente es que necesita más energía que la antena metálica. Por lo tanto, de momento no supondrá una revolución en la tecnología.