La contaminación atmosférica produce lluvia ácida y en ocasiones daña lagos muy alejados de la fuente de contaminación. Es el caso de Escandinavia, Canadá y los Alpes.
La acidificación del agua no debería ser suficiente para matar peces y microorganismos. Por ello, los científicos estudian la posible influencia del aluminio (metal tóxico) en los sedimentos en estado natural.
La acidificación de las aguas facilita la liberación de aluminio, según el investigador del instituto de toxicología de Zurich, Christian Shlatter. En los ensayos realizados con truchas se ha comprobado que el aluminio produce necrosis en las branquias, provocando la muerte de los peces. Cuanto más ácido es el agua, menos aluminio se necesita para matar los peces. La concentración de 0,2 miligramos por litro es suficiente para, por ejemplo, esterilizar el lago Cristallina del río Tesino en Suiza.
A través de nuestros alimentos consumimos entre 2 y 5 miligramos de aluminio al día, pero en el intestino sólo se absorbe el millar de esa dosis y el resto se va en las heces. El uso de herramientas de aluminio en la cocina aumenta la dosis, pero aún no conocemos bien el metabolismo de este metal en el cuerpo. También se cree que tiene relación con algunas formas de la enfermedad de Alzheimer.