Las redes P2P (peer-to-peer o similar) han supuesto un gran cambio en los hábitos de consumo audiovisual. La edición y distribución de música, vídeos, literatura, etc. estaba en manos de productoras y editoriales, y los consumidores teníamos que adaptarse a lo que ellos ofrecían. Esta oferta era limitada en función de las estrategias de marketing o cuentas económicas de estas empresas. Así, tenían las últimas novedades y clásicos que siempre se venden bien, pero muchas cosas eran inaccesibles porque estaban "descatalogadas".
A pesar de que el hecho de estar en la era de la digitalización e Internet facilita y abarata mucho la distribución y venta, las productoras y editoriales no supieron adaptarse a los tiempos, ni idear una oferta más amplia, económica y cómoda. Entonces los usuarios se sublevaron y a principios de siglo se crearon las redes P2P.
En las redes P2P, el usuario comparte con otros usuarios el contenido digital audiovisual que tiene en su ordenador a través de un software, al tiempo que puede acceder al contenido que otros tienen. Ejemplos de estas redes son eDonkey y BitTorrent. Aunque esta última se utiliza principalmente para compartir las películas, series y canciones o grupos de música más exitosos del momento, en la red eDonkey, que utiliza el programa eMule, se puede encontrar casi todo: canciones de países y lenguas curiosas, comics antiguos, películas y series antiguas... Gracias a las redes P2P, el control de los contenidos y la oferta pasaron a manos de los usuarios. Fue una época de prosperidad, y así ha sido desde entonces.
En los últimos tiempos, sin embargo, la tendencia al consumo audiovisual está cambiando. Por un lado, la música y los vídeos se consumen a menudo por streaming, es decir, se escucha o se ve en directo, sin que cada uno baje a su ordenador y los guarde. Ejemplos de ello son Spotify (un servicio que ofrece una gran cantidad de música -con publicidad gratuita o pagada- sin publicidad), Netflix (servicio de alquiler de vídeos y acceso online) y Megavideo (servicio que permite ver en streaming películas y series comerciales subidas a Megaupload). Y aunque no es streaming en sentido estricto, un fenómeno similar es que cuando compramos un libro sólo se pueda leer en la web del servicio online, como en la tienda e-bookstore de Google.
Por otro lado, los servicios de descarga directa, como Megaupload o Rapidshare, son actualmente más exitosos que las redes P2P para compartir música y vídeos juntos. La gente sube los contenidos a estos servidores y otros los baja.
En tercer lugar, se tiende a comprar online el contenido que contiene el DRM (detrás de este ponente nombre de Digital Rights Management hay un sistema para impedir copias). En ellos bajamos el contenido a nuestro disco duro, pero al tener un sistema para impedir las copias no sirve a nadie. ¡Bueno, ni a nosotros en los aparatos que tendremos en el futuro! (En el número de marzo del año pasado os hablamos del DRM de libros electrónicos). Esto es lo que ocurre en varias tiendas online y en la mayoría de las tiendas e-book.
Gracias a esta tendencia, los usuarios estamos acostumbrados a no tener contenido en nuestros ordenadores. De hecho, muchos de los dispositivos destinados al consumo audiovisual, como los smartphons o las tablets, vienen con poca capacidad de almacenamiento. ¿Para qué si todo está on line y desde ahí puedo consumir directamente?
Pero eso tiene su punto débil: de nuevo estamos perdiendo el control y dejándolo en manos de las empresas. Y si bien es cierto que en la mayoría de los casos son otras empresas --que se han adaptado a la red y cada vez tienen más oferta -, siempre dependeremos de lo que ellos quieran: ellos pondrán los precios, ellos decidirán cuál es la oferta y ellos nos imponen las condiciones (como el drm).
Por otra parte, si los internautas, en lugar de hacer el contenido utilizando redes P2P, lo hacemos a través de servicios como Megaupload y Rapidshare, sólo tienen que cerrarlos para interrumpir cualquier tipo de cambio. Antes de las redes P2P, la música se intercambiaba durante un tiempo a través de servicios como el Napster, dependían de un único nodo central y, cuando cerraron, se acababa. Parece que no hemos aprendido...
Alguien dirá que cuando lo hagan siempre tenemos que volver a la primera y volver a utilizar las redes P2P. Pero, mientras tanto, en muchas webs y foros dedicados a la música, series y películas se están colgando sólo enlaces a webs de descarga directa que serán inútiles si cierran estos servicios... En euskera, por ejemplo, hay sitios web con enlaces para descargar series y películas (dibujos animados en euskera, Euskal Encodings..) o música (Ekaitzaldi), pero muchos de los enlaces son para sitios web de descarga directa. Si cerramos estas webs de descarga directa, todo ese esfuerzo por poner a disposición del público contenido en euskera irá a la porra.
Si predomina la tendencia al consumo directo del contenido audiovisual en los servicios on line y nos acostumbramos a utilizarlo sin guardarlo en nuestros ordenadores, las empresas volverán a decidir y acotar la oferta que los usuarios hemos convertido en casi ilimitada.