El evento que más me ha sorprendido ha sido el desarrollo tecnológico y la revolución que ha supuesto. Y qué rápido se ha extendido esa revolución en todas las direcciones.
Yo me involucré en la investigación en el siglo pasado, en EEUU. Allí conocí y aprendí a utilizar el correo electrónico e internet. Ya los conocía, pero de lejos. Allí me di cuenta de que se iban a integrar en nuestro día a día y así fue, mucho más rápido y profundo de lo que esperaba.
Y tengo que decir que la revolución tecnológica ha dado lugar a las tres reacciones a las que se hace referencia. Al principio, a finales del siglo pasado, me sorprendió porque la tecnología que aparentemente no estaba en manos de cualquiera pasó de un día para otro a estar al alcance de todos. Años después, aparte de la ciencia, me di cuenta de la influencia de la tecnología en la sociedad y en la forma de vivir, y eso me fascinó. El impulso de la comunicación, el tratamiento médico y otros avances en nuestra vida era evidente. En los últimos años, sin embargo, he pasado a estar agitado: ver cómo el desarrollo es imparable y cuánto es, me ha llevado a tomar conciencia de su riesgo.
Esta reflexión me ha obligado a poner en balanza los beneficios y riesgos de la tecnología y lo resumiría de la siguiente manera: aunque la tecnología nos facilita la vida, su uso nos revela ciertos miedos.
Para mí es más difícil contestar esta pregunta. Cuando me refiero al descubrimiento me viene la tecnología a la cabeza, y la verdad es que vamos a tener tanto avance en lo tecnológico que no me atrevo a decir qué me gustaría ver y cuál no.
Como vivimos en nuestra sociedad, sin embargo, tengo claro lo que me gustaría vivir. Me gustaría que el contenido y consistencia de proyectos e iniciativas fuera más importante que la apariencia y la intencionalidad.
Hablamos del desarrollo sostenible, desarrollando planes y asumiendo compromisos para ello. Presentamos infinidad de proyectos o ideas, con las mejores intenciones, con un aspecto único, pero muchas veces lleno de palabras. Voy a poner dos ejemplos, que son grandes retos en nuestra futura agenda. La primera, la igualdad entre hombres y mujeres. Sí, pero ¿cambiamos algo? La segunda, consumo y producción sostenible. Hay miles de proyectos para reciclar casi todo, pero medio olvidados de la reutilización, la reducción o la reparación. Y muchos más que nos vendrán a la mente de cualquiera. ¿Pasamos alguna vez por la superficie? Seguramente esto es algo que entre todos tenemos que hacer al chiringuito. Como seres humanos y científicos, qué vamos a decir y qué vamos a hacer, y el cambio va a tardar. Pues me gustaría ser testigo de ese cambio.