El problema está en la agricultura intensiva. En la actualidad, algunos agricultores tienen un exceso de vacuno respecto a la superficie rural. Por ello, aplican el purín (estiércol más sucio de establos) a altas concentraciones en terrenos, sobre todo en zonas cercanas a los establos. Por otra parte, compran abono mineral para tierras lejanas. La aplicación de fertilizantes minerales y purines en grandes cantidades puede causar graves problemas medioambientales.
El Departamento de Biología Vegetal y Ecología de la UPV lleva 12 años trabajando en este campo. El objetivo de los investigadores es medir la eficiencia de los fertilizantes agrícolas convencionales y analizar su impacto en el medio ambiente.
La mayoría de los fertilizantes utilizados en agricultura tienen como componente principal el nitrógeno. El nitrógeno acelera el crecimiento y la producción de las plantas. Sin embargo, la aplicación excesiva de nitrógeno en los terrenos hace que las plantas no utilicen la totalidad del nitrógeno y se produzcan problemas. Por un lado se emiten gases y por otro se contaminan las aguas.
Las emisiones de gases, debidas a los microorganismos del suelo, se producen al despegue de varios compuestos de nitrógeno. Algunos de estos compuestos, como el óxido nitroso (N2O) y el óxido nítrico (NO2), pueden causar graves problemas medioambientales. El primero de ellos incide de forma significativa en el efecto invernadero y es uno de los compuestos más peligrosos junto con el dióxido de carbono (CO2). Y el óxido nítrico puede producir ácido de lluvia.
Además de las emisiones gaseosas, hay que tener en cuenta la contaminación de las aguas. Cuando el nitrógeno está en forma de nitrato (NO3), junto con las aguas pluviales se puede llegar a pozos de agua potable, ríos y lagos. En el caso del agua potable pueden aparecer problemas de salud. En el segundo caso, ayuda a la eutrofización acuática. Cuando hay eutrofización, los microorganismos y plantas acuáticas crecen demasiado, se derrocha el oxígeno del agua y se ahogan los peces.
Ante estos problemas, los investigadores realizaron una comparativa entre abonos minerales y purines. En las conclusiones se destaca que el purín actúa como abono más lentamente, pero que ambos fertilizantes son equivalentes en emisiones gaseosas y en la capacidad de contaminación de las aguas. Por lo tanto, no se puede decir que una sea mejor que la otra.
El segundo paso fue fijarse en las características de las tierras: se realizó una comparativa entre los campos de hierba y los campos de cultivo. El estudio revela que las emisiones de gases en los campos son mayores, mientras que en los terrenos rurales existe un mayor riesgo de que el nitrato llegue al agua.
Por último, los investigadores estudian los inhibidores del crecimiento de los microorganismos del suelo que producen nitrato, óxido nitroso y óxido nítrico. ¿Para qué? De esta forma se reduce la emisión de gases y la acumulación de nitratos en el agua. Ahora se está observando si los inhibidores también reducen el crecimiento vegetal, se está midiendo la capacidad de los inhibidores, se ha modificado la producción de la tierra y se están realizando mediciones de emisión de gases. Todos ellos, junto con otros muchos estudios, siguen trabajando en este tema.