Encontrar fósiles de seres marinos en los montes de Euskal Herria no es de extrañar. De hecho, antiguamente Euskal Herria estaba submarina, por ejemplo, en el Paleoceno, hace 65-55 millones de años. El País Vasco era subtropical y parecía a la muralla de coral australiana.
En la actualidad, en la costa vizcaína y guipuzcoana, en la zona de Eibar, Irati y Urbasa, abundan las rocas del Paleoceno en superficie. De hecho, el choque entre la placa europea y la placa ibérica hizo que se levantara lo que entonces estaba bajo el mar. Este choque provocó también los Pirineos.
Estos afloramientos no son muy habituales en el mundo, por lo que los investigadores tienen una información inmejorable sobre lo que ocurrió en el Paleoceno en el País Vasco. Otro elemento diferenciador es la presencia en el País Vasco de rocas de mar profundo, plataforma y borde de la plataforma, ya que en aquella época Zumaia se encontraba en el fondo marino, mientras que la Rioja Alavesa se encuentra en superficie.
Foraminíferos planctónicos. (Foto: Microscopy UK).
En estas rocas abundan los restos que nos dan cuenta de los cambios paleoclimáticos y paleoecológicos de la época, como las microfosilas. Los datos obtenidos pueden ser de gran utilidad para predecir el posible calentamiento que se está produciendo en la actualidad. De hecho, al final del Paleoceno, como ocurre ahora, el clima se calentó muy rápido.
Un grupo de investigadores de Leioa analiza especialmente los foraminíferos planctónicos y las nanofosiles de cal que vivían en la superficie de los mares profundos. De hecho, estos microfósiles se acumularon ininterrumpidamente durante millones de años en el mar profundo, formando un registro único.
Estos seres son muy sensibles a los cambios climáticos y de temperatura. De hecho, estos microbicidas se distribuyen en las regiones marinas, unas en aguas frías y otras en aguas cálidas. Por lo tanto, si la temperatura del mar sube, las regiones cambian y con ellas los microbizados se mueven. De este modo, el registro de microfósiles en un lugar determinado informa de los calentamientos y enfriamientos del clima.
Estos microfósiles, conocidos en la actualidad como componentes de rocas, se extraen normalmente de margas o calizas. Por ejemplo, el 80% de la caliza formada en los mares profundos del Paleoceno puede estar constituida por estos microfósiles, es decir, por cáscaras de microbicidas.
Para estudiar este material, los investigadores deben tomar un trozo de caliza y disgregarlo en el agua. En una sola gota de esta mezcla pueden existir millones de microfósiles. A continuación, estas gotas se analizan al microscopio o a través de la lupa, ya que los fósiles suelen tener unas pocas micras de tamaño.
En estos estudios se cuenta, entre otras cosas, las especies y la proporción en que aparecen. En concreto, en las rocas del País Vasco se han identificado más de 200 especies de nanofosiles de cal y 175 de foraminíferos planctónicos. Conociendo cuáles son las de agua fría o caliente se pueden conocer los cambios que se han producido. Y esos datos pueden ser una lección de cara al futuro.