Las sales minerales son una materia prima imprescindible para los seres vivos. La sal común, por ejemplo, contiene iones de cloruro y sodio que las células utilizan para establecer y mantener un equilibrio electroquímico con el entorno.
En células animales, por ejemplo, para lograr el equilibrio del sodio, la concentración externa de sodio debe ser aproximadamente diez veces mayor que en células intracelulares. Esta diferencia de concentración hace que las células adquieran alimentos del medio. Por tanto, el equilibrio del sodio es fundamental en la vida animal.
Estas concentraciones de sales tan importantes para los animales, en cambio, resultan perjudiciales para la mayoría de las plantas. De hecho, los equilibrios iónicos de las células animales y vegetales son diferentes y el sodio es un ion más tóxico para las plantas que para los animales.
Sin embargo, en la naturaleza hay plantas que se adaptan bien a la sal, como el litoral, las marismas, etc. Residentes. Estas plantas tienen la capacidad de vivir en tierras saladas, lo que significa que sus células tienen una capacidad específica para combatir la toxicidad del ion sódico.
La capacidad de adaptación de las plantas a los medios salinos se debe a los genes reguladores del equilibrio iónico. Estos genes, en general, son poco conocidos, por lo que su identificación y caracterización pueden resultar de gran utilidad, por ejemplo, para la obtención de especies vegetales más tolerantes a la sal.
Sin embargo, en los trabajos con plantas en los laboratorios, la larga duración del ciclo de cultivo de las plantas limita el desarrollo de la investigación. Además, es difícil identificar los genes vegetales, ya que su genoma es complejo y de gran tamaño. Sin embargo, muchos genes vegetales también aparecen en seres vivos más simples, simples. Por ello, en general, se admite la identificación y caracterización de los genes vegetales, primeramente mediante el estudio de los genes de estos simples seres vivos, aunque posteriormente deban ser contrastados en las plantas.
En la década pasada, los científicos tomaron como ejemplo la levadura Saccharomyces cerevisiae para estudiar los genes que incrementan la tolerancia a la sal. Este microorganismo utiliza el mismo mecanismo que las plantas para mantener el equilibrio iónico.
Desde entonces, en el laboratorio de Bioquímica de la UPV/EHU de San Sebastián, se está trabajando en la identificación de los genes que ayudan a esta levadura a adaptarse a los medios salinos. Para ello, en primer lugar, utilizan técnicas de biología molecular para aislar e identificar los genes. A continuación se analiza la respuesta de estos genes a diferentes concentraciones de sales y se estudia su interacción con otros genes.
Sabiendo cómo estos genes mitigan la toxicidad del sodio en las levaduras, intentan conseguir lo mismo en las plantas que se alimentan. En estas aplicaciones se ha trabajado con equipos de investigación externos y los resultados obtenidos han sido muy interesantes, debido a la mejora de la tolerancia a la sal en dos especies vegetales.