Decir que Londres es el principal culpable de ser una gran ciudad es quizás demasiado, pero no es un disparate. Existe una fuerte relación entre el aminoácido cisteina y el crecimiento de la capital inglesa. Esta relación se centra en la industria de la lana y la exportación.
Inglaterra ha sido un gran exportador de lana a lo largo de la historia (hoy también existe) y gran parte de la lana exportada salía del puerto de Londres. Por tanto, el comercio de lana supuso una gran riqueza para la ciudad, atrajo a la gente y contribuyó a su expansión física.
La lana, por supuesto, la producen las ovejas, pero para ello es imprescindible una determinada molécula. La lana también necesita otras muchas moléculas, pero entre ellas la cisteina aminoácido es un factor limitante. A falta de cisteína, las ovejas no salen pelo. De ahí la importancia de este aminoácido en el crecimiento de Londres.
En la historia, en general, las ovejas inglesas no han sufrido grandes carencias de cisteína. Para estos animales, la principal fuente de cisteína es la comida, la hierba. Y no ha faltado hierba en Inglaterra. Los ganaderos que venden lana saben perfectamente que cuando hay sequías hay menos hierba, y aunque no mueren las ovejas, la producción de lana disminuye mucho. En Inglaterra, sin embargo, no suele haber mucha sequía y las ovejas tienen certificada la fuente de cisteína.
Los seres humanos, en realidad, además de los alimentos, obtenemos la cisteína de nuestro cuerpo. Las células humanas son capaces de sintetizar cisteína; por ejemplo, cuando no tienen cisteína suficiente, transforman otro aminoácido para sintetizar metionina, cisteína. Esta reacción química es lógica ya que ambos aminoácidos son los únicos que contienen átomos de azufre. Pero ser lógico no significa ser un proceso básico de la bioquímica.
Sin embargo, lo que sirve para el metabolismo humano no tiene por qué servir para otras especies. Las células de las ovejas no son capaces de sintetizar cisteína ni a partir de metionina ni de otra molécula. La cisteína es un aminoácido esencial para las ovejas. Deben comer. De lo contrario, no pueden acceder a esta molécula y, entre otras cosas, no producen lana.
La razón se encuentra en la estructura de la lana. Los pelos (también los humanos) están formados principalmente por queratina, pudiendo llegar en algunos casos hasta el 95% del peso de la lana. Es una proteína en forma de hélice que forma fibras. Es una cadena larga de aminoácidos, en forma de muelle, pero que tiene una vuelta de cadena asociada a la siguiente. Y ahí está la clave: este enlace es el enlace entre dos cisteines; el átomo de azufre de una cisteína forma un enlace químico con el átomo de azufre del otro, de forma que la estructura de hélice (muelle) queda estabilizada. Y como las fibras de la queratina son muy largas, la cadena de la proteína contiene muchas cisteinas. Y si no hay cisterna, no se puede formar pelo.
También con el pelo humano. Está formado por queratina. Es más, el pelo es liso o rizado según las relaciones entre las cisteines de la queratina. En los genes se define como están relacionadas las cisteinas de la queratina. En consecuencia, tener un pelo liso o rizado es una cuestión genética. Se puede cambiar, por ejemplo, las moléculas de agua rompen los logros de las cisteines, por lo que al mojarse el pelo se plancha, pero luego las cisteinas se vuelven a unir y el pelo rizado recuperará su aspecto original. En definitiva, no se puede cambiar el aspecto del pelo de siempre.
Tampoco se puede cambiar en las ovejas. Hay razas que tienen el pelo más rizado que otras, por lo que hay razas de ovino que son mejores que otras para producir lana. La lana rizada es mejor que la lisa para la industria textil, ya que los productores proporcionan la calidad de la lana midiendo el número de ondas por micrón (por micrómetro de pelo). A esto hay que añadir los kilos de lana que aportan las ovejas por cada corta.
En Inglaterra hay muchas razas de ovejas con buen pelo. Hay más razas de ovino que en cualquier otra población. En general, las razas de los territorios altos del norte y del centro dan mejor lana que las de los territorios bajos del sur. Y las ovejas de cada zona tienen, además, características especiales de lana. Por ello, a lo largo de la historia, los productores se especializaron en la explotación de la lana local, exportando este tipo de lana desde el puerto de Londres.
Sin embargo, el tiempo no ha pasado en vano. Londres no ha dejado de crecer, pero el mercado de la lana ha cambiado. En la actualidad, Australia es el principal exportador de lana. Y cuidan mucho al sector. De hecho, algunos bioquímicos de la Universidad de Adelaida han creado ovejas transgénicas a partir de la adición de dos genes de la bacteria E. coli, capaces de sintetizar cisteína, dando más lana que las convencionales. La situación es curiosa, ya que esta bacteria vive en el intestino de la propia oveja.
Sin embargo, el uso de ovejas transgénicas todavía no se ha extendido. Por el momento, para dar mucha lana, las ovejas deben comer mucha cisteína.