La fuerza del gremio nunca ha sido pequeña. Y también funciona en ciencia. Es cierto que a lo largo de la historia muchos investigadores no profesionales han hecho grandes aportaciones a la ciencia, incluso fuera del gremio. Pero, al mismo tiempo, es cierto que, en la mayoría de los casos, la comunidad científica no acepta estas obras de forma inmediata, precisamente porque han nacido fuera del gremio. Se trata de un encuentro entre dos mundos, el investigador amateur y el de la comunidad científica, y ambos tienen motivos para actuar como juegan.
Hay ejemplos espectaculares. El médico español Francesc Torrent Guasp tardó más de 20 años en aceptar públicamente las investigaciones llevadas a cabo en su casa. Cuando lo consiguió murió de un ataque al corazón en un congreso lleno de cardiólogos. No pudieron hacer nada. Irónico.
El descubrimiento de Torrent era sorprendente. Cocía los corazones de vaca y "destolaba" el músculo con las manos. Así descubrió que todo el corazón está formado por una sola fibra, enrollada en forma de hélice, para tener forma de corazón. Origami era como un trabajo, pero no de papel, sino de fibras musculares.
Como tradicionalmente se ha entendido la sístole y el diástole, es difícil explicar, por ejemplo, cómo consigue la sangre el desplazamiento hasta los pies. Una bomba convencional no lo lograría. Por el contrario, la estructura encontrada por Torrent explica. El corazón bombea la sangre en la sístole como cuando una bayeta de la cocina se aprieta para quitar el agua y realiza una relajación activa para absorber la sangre de vuelta. Es el resultado de tener un solo músculo retorcido.
Además, el modelo de Torrent proporciona un mapa del corazón para buscar la localización exacta de cualquier problema. El trabajo de Torrent también tenía mucha información para los cirujanos. En operaciones con válvulas cardíacas, por ejemplo, sirve para saber por dónde se corta el músculo para causar la mínima invasión y daño posible.
El problema era publicar todos estos resultados. En realidad, además de los profesionales, los investigadores amateurs también tienen la posibilidad de publicar artículos en revistas especializadas que son aceptadas por los editores. Sin embargo, es difícil mantener actualizada la bibliografía, mantener debates científicos y apropiarse del lenguaje de la ciencia.
El trabajo de Albert Einstein es un ejemplo. Cuando envió cuatro prestigiosos artículos de 1905 que revolucionaron el mundo de la física, trabajaba en la oficina de patentes de Berna. Estaba lejos del ambiente académico, pero se le aceptaron los artículos en la revista Annalen der Physik y poco a poco se puso en marcha la revolución de Einstein.
Torrent tenía la comunidad científica más lejos que Einstein. Tampoco veía la posibilidad de publicar en revistas especializadas, por lo que decidió escribir unas monografías con los resultados de la investigación y publicarlas pagando de su bolsillo. "Para que quedaran constancia", dijo Paco Torrent, su hijo, en un documental realizado en TV3.
Sin embargo, la forma más habitual de difundir el trabajo era a través de charlas. Impartió numerosas conferencias en Estados Unidos y España. La acogida del público no siempre era buena. Torrent no sabía defender el descubrimiento de forma científica. Presentaba ante el público el modelo de un corazón y mostraba cómo desplegar una única fibra para que quedara visible, ese era su principal argumento. El público lo criticaba con frecuencia y a veces incluso lo ridiculizaba.
Seguramente esa crítica era a veces un abuso. Pero los científicos profesionales no tienen un trabajo fácil en estos casos. Ante una teoría supuestamente revolucionaria, deben ser prudentes.
En este sentido, el caso de William Herschel puede compararse con el de Torrent. XVIII. Astrónomo amateur del siglo XIX, dedicaba horas al telescopio. Una noche descubrió a Urano, el primer planeta que no se ve a simple vista. Presentó su descubrimiento en la Royal Society de Londres, sin saber muy bien qué era aquel astro, y le pusieron grandes obstáculos. Por un lado, no era fácil reconocer que puede haber nuevos planetas si no se ven. Y por otro lado, en una carta anterior el propio Herschel decía que había visto bosques en la Luna (y los científicos ya sabían que la Luna no tenía atmósfera, no podía haber árboles).
Los científicos tenían motivos fundados para descartar la observación de Herschel, aunque realmente encontró a Urano. Y se encontraban en una situación similar a la de Torrent.
En 1959, Torrent comenzó a investigar en Estados Unidos, pero temía que le robaran los resultados y volvió a España con todos los datos bajo su brazo. Posteriormente se arrepentió de esta decisión, pero era tarde para ello. Sólo tuvo que mantener la investigación en casa, con muy lentitud y pocos recursos.
El caso de Torrent es un tema de reflexión profunda, ya que sus ideas aún no se han extendido del todo. Los científicos han interiorizado la relatividad y la existencia de Urano, por ejemplo, pero el nuevo modelo del corazón sólo tiene 30 años.