Según Miren Basaras, profesora de microbiología de la UPV, el primer factor que influye en el microbioma es la forma de nacer: "Los niños nacidos por parto natural y los nacidos por cesárea no tienen el mismo microbioma".
De hecho, estudios como el publicado en 2013 por la revista International Journal of Obesity han revelado que los nacidos con cesárea tienen más riesgo de desarrollar la obesidad y determinadas enfermedades: "The impact of cesarean section on offspring overweight and obesidad: a systematic review and meta-analysis". Los autores analizaron los datos de China, Dinamarca, Estados Unidos, Holanda y Brasil, y concluyeron que los nacidos con cesárea tenían un riesgo de padecer obesidad o obesidad un 33% superior al resto.
Basaras ha afirmado que la lactancia también tiene una gran influencia: "Se ha observado que los niños alimentados con leche materna lactante contienen más Lactobacillus y Bifidobacterium que otros, así como otras bacterias de efecto antiinflamatorio como Faecalibacterum".
Al pasar de la leche a otros alimentos, Basaras ha destacado la influencia de la fibra: "Además de la cantidad de fibra, la calidad también influye en el microbioma. Por ejemplo, los alimentos que contienen lignano (semillas de calabaza, brócoli...) son beneficiosos porque ayudan a crecer bacterias anaerobias. Estas bacterias se han relacionado con la protección frente a los cánceres de colon y mama, que reducen el riesgo de padecerlos". Basaras ha señalado que las frutas y la fibra de las grandes semillas también protegen del cáncer, pero que su efecto no es "tan evidente".
Por su influencia en el microbioma, los ingredientes activos que contienen los alimentos se denominan prebióticos. Los alimentos que contienen bacterias originariamente se denominan probióticos. Entre ellos, el más conocido es el yogur. Sin embargo, Basaras ha advertido de la conveniencia de estudiar con rigor lo que dice la publicidad, ya que no todos los productos que reivindican su efecto beneficioso tienen o no por la razón que sugieren.
Un ejemplo de ello es el Actimel de Danone, que afirma que refuerza el sistema inmunitario y parece que es debido a las bacterias que tiene. Eso es lo que reivindicaba en la publicidad inicial. Sin embargo, un pequeño asterisco que aparece en la etiqueta aclara que este efecto se debe a la vitamina B6.
La vitamina B6, sin embargo, no es la especificidad de Actimel, ya que el resto de yogures y otros muchos alimentos contienen tanto o más vitamina B6 que el Actimela. Por ello, creyendo que hacía publicidad confusa, la Unión Europea obligó a Danone a cambiar la etiqueta de Actimel. Así, ya no indica que el sistema inmunitario se refuerza gracias a las bacterias, sino que ha sustituido la explicación asociada al asterisco.
Entre las sustancias con efectos nocivos sobre el microbioma destacan los antibióticos. Los antibióticos están diseñados para combatir las bacterias nocivas para la salud, pero algunas de ellas también afectan a bacterias que nos benefician.
Por ejemplo, en un estudio realizado en 2012 por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España (CSIC), se analizó cómo los antibióticos betalactámicos (como la penicilina) afectaban a la composición y funcionamiento del microbioma y se demostró que en once días la diversidad de microorganismos disminuía drásticamente. Además, se detectaron alteraciones significativas en la producción de proteínas y otras funciones.
Según los autores de este estudio, la influencia de los antibióticos en el ecosistema de microorganismos intestinales y en el metabolismo individual es mayor de lo que se pensaba anteriormente, pero, a su vez, sugieren que estos efectos pueden ser reversibles. Sin embargo, a veces parece que el daño puede durar mucho tiempo, y es que, según Basaras, "muchos estudios han descubierto que la ingestión de antibióticos en edades tempranas está relacionada con el riesgo de padecer enfermedades autoinmunes".
En este sentido, Basaras ha destacado la importancia del tipo de bacterias que viven en el intestino: "Las bacterias que viven en nuestro intestino son anaerobias, pero si por los antibióticos, la dieta u otras causas las perdemos, otras son las que ocupan su lugar, las anaerobias facultativas. Cuando esto ocurre, perdemos la protección antiinflamatoria que proporcionan los anaerobios, lo que facilita el desarrollo de algunas enfermedades inflamatorias: algunos cánceres, diabetes, atopía..."
Pero Basaras también ha explicado el caso contrario, es decir, su uso para curar bacterias: "Una de las infecciones más graves que se producen en los hospitales es la bacteria Clostridium difficile. Produce diarreas violentas y elimina casi todos los microorganismos intestinales. Pues para combatirlo, se han probado los trasplantes de mircodrioma y se están dando buenos resultados".
A medida que se aclara la relación entre el microbioma y la salud, Basaras espera que se abran las puertas a la salud y a nuevos tratamientos.