En la actualidad, dispersos por diversos países europeos, viven 11 millones de gitanos (o, más directamente, románicos). Si se reunieran en un solo país, formarían un estado a la altura de Portugal o Bélgica. Esta dispersión ha hecho que hoy en día los romaníes adquieran una enorme diversidad religiosa, lingüística y cultural. Sin embargo, las romanías se caracterizan por su lengua original: el románico, la sociedad se organiza en pequeños grupos herméticos (a menudo nómadas), dedicados a determinadas profesiones como la música, la herrería, el trato ecuestre o la adivinación.
¿De dónde vienen las romanías? Durante siglos el origen de este pueblo ha sido un misterio. Según la leyenda de la Edad Media, las romanías se consideraban originadas en Egipto, y de ahí las derivadas de la palabra egiptano, como el gitano en euskera, usadas en diversas lenguas. Las romanías no tienen testimonios escritos o verbales sobre el origen de sus antepasados. El dato histórico fiable más antiguo que tenemos sobre la presencia de este pueblo son los escritos del siglo 14. Según estos escritos, si bien en un principio las romanías estaban sólo en los Balcanes, al cabo de cien años ya se habían establecido en las orillas del continente (incluyendo la Península Ibérica, Escandinavia e Islas Británicas).
¿Se puede esclarecer el pasado de una colectividad indocumentada? ¿Y conocer las migraciones humanas ocurridas miles de años antes de la propia historia? La genética es una herramienta perfecta para responder a este tipo de preguntas. Gracias a la revolución tecnológica, hoy en día es posible alcanzar un genoma a 100 euros en profundidad (mediante la técnica de genotipado) y a 5.000 euros en total (secuenciando). El estudio de los genomas humanos tomados en todo el mundo nos ha permitido conocer las migraciones humanas desde el origen de nuestra especie, hace 200.000 años. Hemos sabido, entre otras cosas, cómo creó Homo sapiens en el este de África y colonizó otros continentes. Sin embargo, aunque el conocimiento genómico de los europeos es profundo, tenemos excepciones a las romanías. El objetivo de esta investigación es dar un paso importante en la construcción del “paisaje genético” europeo, con la mayor investigación genética que se ha realizado en la historia de los romaníes.
En el año 2001 se dieron a conocer los primeros resultados del Proyecto de Genoma Humano. Por primera vez se describió la secuencia de ADN que caracteriza a nuestra especie. El ADN es la información genética que recibimos de nuestros padres, que guarda las órdenes necesarias para crear un organismo desde una sola célula. Llamamos genoma al ADN de una persona. Aunque son partes que cumplen la función biológica, los genes sólo representan el 5% de nuestro genoma. Sin embargo, el genoma en su conjunto nos sirve para aprender el pasado de nuestra especie. Cada uno de nosotros tiene entre 60 y 100 nuevas mutaciones. Como las nuevas mutaciones también han ocurrido en cada generación anterior, tenemos genomas como depósitos de mutaciones de nuestros antepasados. Intuitivamente, por tanto, en la misma familia, los hermanos compartirán más mutaciones entre ellos que sus primos. La misma lógica se puede aplicar a nivel de población: los miembros de un mismo grupo humano tendrán una media de mutaciones iguales entre sí que con los miembros de otra población (es decir, distancias genéticas menores). Es más, como se conoce la frecuencia con la que se producen las mutaciones, se puede calcular la distribución o asociación de los antepasados de dos poblaciones humanas y las variaciones temporales de sus medidas. La rama de la biología que ha establecido estas bases teóricas suele denominarse genética de poblaciones.
En este estudio se recogieron muestras de 152 romanías voluntarias (sangre o txistu) en la península de las Balkas (Grecia, Bulgaria, Serbia y Croacia), Europa Central (Rumania, Hungría y Eslovaquia), Europa Oriental (Ucrania), países del Báltico (Estonia y Lituania), Islas Británicas y Gales. Tras la extracción de ADN de las células de estas muestras, en el laboratorio se analizaron los genomas de los participantes, mediante el genotipado de un millón de polimorfismos (mutaciones que pueden ser diferentes entre dos seres humanos). Para contextualizar la diversidad genética de las romanías en otros seres humanos, junto a los romaníes, se analizaron los genomas humanos de los cinco continentes (unas 4.500 personas públicamente disponibles).
Con estos datos se construyó un mapa genético. Como en un mapa tradicional se muestran las distancias geográficas, en los mapas genéticos (Multidimentsional Scaling Plot) cada punto representa a un ser humano y las distancias entre puntos representan distancias genéticas. La mayor parte de los romaníes de distintas zonas europeas se encuentran en el mapa, sugiriendo que tienen un mismo origen (ver figura). Además, se sitúan a la derecha de las poblaciones europeas, caucásicas y de Oriente Próximo, mostrando que el origen de las romanías se sitúa más al este (en Pakistán o en la India). Pocos individuos (alrededor del 25% de la población), sin embargo, se sitúan en el mapa más cerca de los europeos que de otros románicos. Esta cercanía indica que los antepasados de algunos románicos se han confundido recientemente con otros europeos, demostrando que el aislamiento genético entre ambas colectividades no ha sido total.
A continuación, en el intento de situar geográficamente el origen de las romanías en el subcontinente indio, se compararon con los genomas de los individuos de 19 poblaciones de India y Pakistán. En concreto, se utilizó el modelo genético de coalescencia y el método estadístico Approximate Bayesian Computation (ABC) para calcular la probabilidad de cada supuesta población parental. Según los datos, las romanías proceden de poblaciones indoeuropeas que residen en los actuales estados fronterizos de la India-Pakistán (Punpro y Rajasta), con un sólido apoyo estadístico del 94%. El análisis ABC puso de manifiesto que las romanías sufrieron un fuerte efecto fundador, es decir, que los romaníes actuales provienen de un pequeño número de antepasados de origen indio (perdidos el 47% de la diversidad genética de la población parenteral). La técnica estadística sirve, a su vez, para datar el momento en el que se produjo la separación entre las poblaciones del área del románico y el Pundom. Las distancias genéticas encontradas entre el romanismo y los antepasados indios se adaptan bien a lo que cabría esperar de una separación hace 1.500 años.
Este descubrimiento coincide con el XIX. En el siglo XIX fue descrito por los lingüistas con una estrecha relación entre el románico y las lenguas del noroeste de la India. Sin embargo, las historias de las lenguas y los genes no siempre coinciden. El uso de una lengua puede darse de dos formas: el aprendizaje de la nueva lengua por parte de antiguos hablantes o la propia movilidad del hablante. En el primer caso se trataría de una sustitución lingüística pero de una continuidad genética, mientras que en el segundo se trataría de una sustitución lingüística y genética. Los datos genéticos y lingüísticos de las romanías coinciden con los del noroeste de la India. Por el contrario, la profunda influencia de las lenguas de Oriente Próximo (persianas y armenieras, entre otras) en la lengua románica no se refleja en los genomas románicos. Todo parece indicar, por tanto, que las relaciones con las poblaciones encontradas en el camino hacia Europa fueron sólo culturales.
Con la misma técnica estadística y modelo genético, a continuación se analizaron las diferencias genéticas entre 13 grupos románicos. Los grupos de los Balcanes muestran la mayor diversidad genética, que sugiere que las romanías entraron a Europa por los Balcanes. Por el contrario, al margen de los Balcanes, la diversidad genética es muy reducida y muestra una estructura singular: la diversidad es menor en la Europa central, menor a medida que se va haciendo hacia el oeste y el norte. Esta estructura nos da una idea del recorrido de las romanías por el continente. Aunque la mayoría de los grupos se asentaron en la zona del Balcán, unos pocos se dirigieron hacia el norte, desde donde se dispersaron por Europa Central. Por último, de las diversidades genéticas se puede concluir que unos pocos grupos centroeuropeos se dirigieron hacia el oeste (conquistando la península ibérica) y más tarde hacia el norte (países bálticos). Como consecuencia de esta migración, los romaníes portugueses y lituanos, actualmente alejados de su ubicación geográfica, son genéticamente más similares (ya que proceden de la misma ruta de Europa Central) que los romaníes búlgaros. Según las dataciones, la dispersión comenzó hace unos 900 años y desde su origen, probablemente desde la Bulgaria actual hasta los destinos, se detecta una pérdida en los genomas del 30% de la diversidad inicial. Sin embargo, la escasa diversidad que muestran algunos grupos románicos no puede ser achacada únicamente a la dispersión. Los nazis y sus aliados mataron a un millón de romances en un holocausto conocido como Porrajmos. El caso de Croacia fue uno de los más duros, ya que casi la totalidad de su población románica (~ 95%) fue destruida en los años 40. Este hecho coincide con la escasa diversidad genética que muestran las romanías de Croacia muestral, lo que sugiere que proceden de una población parental más reducida que las romanías de otros países.
A pesar de que los principales acontecimientos del pasado románico han podido ser desvelados a través de la genética, existen otras preguntas impactantes en el aire. No se sabe si las romanías provienen tanto de la familia lingüística indoeuropea como de las ramas y castas sociales. Por otra parte, si bien se ha determinado el legado genético heredado de los payos indios y europeos por los romaníes europeos, todavía queda por investigar la aportación genética de los mismos a otros europeos. A medida que las tecnologías están abaratando para resolver la secuencia del ADN, los genomas de cada vez más individuos serán accesibles. La respuesta genética a estas y otras preguntas es probablemente una cuestión de tiempo.
Mi agradecimiento a María José Ezeizabarrena y Urko M. Por los consejos ofrecidos a Marigorta para la realización de este trabajo, así como a los romanistas y colaboradores que han participado en la investigación original, David Comas (Universitat Pompeu Fabra, Barcelona), Óscar Laori y Manfred Kayserri (Erasmus Medical Center Rotterdam, Holanda). La tesis ha sido financiada a través del programa de formación de investigadores del Departamento de Educación, Universidades e Investigación del Gobierno Vasco.