Madera a la luz de la Luna

Galarraga Aiestaran, Ana

Elhuyar Zientzia

La Luna afecta a diferentes fenómenos de la naturaleza; uno de los ejemplos más claros es su influencia en las mareas. Sin embargo, aunque se sabía que las mareas dependían de la Luna, hasta que los astrónomos las estudiaran no se conoció la causa científica.

En la corta de árboles, la tradición sobre la influencia de la Luna también es grande. Sin conocimiento de la investigación científica, los baserritarras y silvicultores siguen las tradiciones comunicadas oralmente por generaciones anteriores. Entre estos usos, la Luna tiene una gran importancia, ya que la época de la Luna es la adecuada para la siembra, poda, recolección o corta de las plantas.

En el sector forestal se mantienen los usos relacionados con la Luna en muchos lugares de Euskal Herria.

En Euskal Herria se conservan muchos proverbios y costumbres sobre la tala de árboles. Por ejemplo, muchos creen que es conveniente lanzar el roble en cuarto menguante y en invierno. En cambio, dicen que si se corta el haya en la luna menguante, enseguida suena la pipia, por lo que se echa en la luna creciente. En muchos lugares aparece la castaña, el roble y la nuez en cuarto menguante, y el aliso y la acacia en creciente. Sin embargo, estas costumbres no siempre coinciden ni con las que miran el aspecto de las hojas: Si bien desde la Asociación Forestal de Gipuzkoa se dice que los árboles de hoja dentada deben cortarse en cuarto menguante y otros en creciente, otros no están de acuerdo.

Además, algunos silvicultores también consideran el zodiaco y siguen las indicaciones de Rudolf Steiner. Dice que al pasar la Luna por delante de una constelación, la influencia de esta constelación sobre las plantas aumenta, por lo que hay que tener en cuenta los cuatro elementos (fuego, agua, tierra y aire).

Pero lo del zodiaco a su alrededor es nuevo, pero no ocurre lo mismo con el calendario establecido por la Iglesia. La introducción de ciertas costumbres de los sacerdotes en las labores de caserío y bosque ha hecho que en más de una ocasión se produzca una contradicción entre fechas religiosas y períodos lunares (Viernes Santo, siempre luna llena).

Ante estas contradicciones, el experto Jakoba Errekondo tiene su opinión. En su opinión, al margen de la religión y de las creencias, el uso que se pretende dar a la madera determina cuándo hay que talar los árboles. A menudo se da un uso concreto a cada especie arbórea. Por ello, se suele decir que este árbol debe ser talado en un periodo de luna concreto. Pero si se quiere utilizar el mismo árbol para otra cosa, tal vez sea conveniente cambiar el momento de tirarlo. Por lo tanto, el haya se tira en agosto y la luna creciente porque se quiere hacer aceros o tenerlos siempre mojados. Y, al igual que el roble, los árboles que habitualmente se talan en la luna menguante suelen ser necesarios para la construcción o para la larga duración.

De hecho, la Luna incide en la circulación del sudor de los árboles. El sudor es una sustancia acuosa que las raíces absorben del suelo y es rica en elementos nutritivos. Se eleva desde los tubos de una capa interna del tronco hasta las hojas, donde se produce la fotosíntesis y se convierte en una sudoración muerta que desciende por las tuberías superficiales del tronco.

El momento adecuado para el derribo depende del uso que se quiera dar a la madera.

Dependiendo de la cantidad de sudor que tenga el tronco, la madera tiene unas características u otras. En Luna Creciente el árbol suda mucho y la madera será flexible, ligera y mojada. En cuarto menguante, la circulación del sudor es en sentido contrario y baja del tronco a las raíces, por lo que la madera será dura, seca y resistente. Cuanto más suda la madera, mayor es el riesgo de sufrir ataques de hongos y xilófagos, ya que el tronco contiene los nutrientes y la humedad que necesitan estos microorganismos nocivos. Así, si el árbol se expulsa en la época de menor sudoración, se garantiza de forma natural la sostenibilidad de la madera. Por lo tanto, el momento de tirar se elegirá sabiendo el uso que se le quiera dar a la madera, ya que el periodo lunar exige unas características u otras.

Por otro lado, hoy en día las serrerías trabajan sin cortes y necesitan troncos en todas las épocas, por lo que a la Luna no se le mira lo mismo que antes. El desecho por especie y uso supondría un encarecimiento del proceso, entre otras cosas, por la necesidad de preparar los almacenes de forma expresa y por la dificultad de la organización. Además, para la fabricación de papel o aglomerados, por ejemplo, no importa la cantidad de sudor ni la humedad del tronco. En consecuencia, el pino radiata se vierte durante todo el año.

En la actualidad, las serrerías trabajan constantemente y necesitan troncos en todas las épocas.

Además, las investigaciones científicas realizadas no coinciden, por lo que, a falta de conclusiones claras, cada uno sigue su propio criterio. Por ejemplo, en la revista publicada en noviembre del año pasado por la Asociación Forestal Suiza se dan a conocer diferentes estudios sobre la tala de árboles. En estos estudios se comparan las características de los árboles talados en los diferentes periodos lunares, resultando que las características de la madera no experimentan variaciones significativas en función del momento de la tala. Según los investigadores, aunque las costumbres que han perdurado durante cientos de años hacen pensar lo contrario, en la creación de las viejas leyes basadas en las costumbres participaron otros actores: el clima, la ubicación geográfica, los intereses de las autoridades, etc.

Sin embargo, al margen de la experiencia y las tradiciones, existen otros estudios científicos que obtienen un resultado totalmente contrario. Parece que las conclusiones decisivas sobre la incidencia de la Luna requerirán más investigaciones. Mientras tanto, esperamos la respuesta a esta pregunta: ¿hasta qué punto es la fuerza de la Luna?

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